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Prejubilados

BEGOÑA MEDINAHe leído que vamos a tener muchos prejubilados en Sevilla. Prejubilados de 55 años e incluso de 50. Se diría que uno de los resultados de las nuevas tecnologías es el efecto exterminador que tienen sobre la experiencia, que puede llegar a ser una carga en lugar de un patrimonio. El mayor valor actual es la inmediatez; la inmediatez de la máquina. Así se comprende que sobren las humanidades en la enseñanza: no conviene acostumbrarse a ninguna estructura mental: mejor recoger sombras y vaguedades que se puedan aclimatar con rapidez a cada nuevo invento tecnológico. De todos modos dudo que sea posible evitar la rutina, se estudie lo que se estudie, antes o después y por mucho reciclaje que se lleve a cabo -que tampoco suele haber tiempo para ello- creo que se termina poniendo siempre el sello en el mismo lugar, y ese puede ser el momento fatal de la sustitución. Todo eso se traduce en competitividad y en economía, claro, y además, digo yo que también contará la diferencia de costo de los dos sueldos, el nuevo y el antiguo. Cuando la prejubilación no significa una disminución de calidad de vida se podría recibir con el regocijo con que se celebran las vacaciones, tiempo libre para dedicarlo a lo que más guste. Pero no suele ocurrir; se trata de una palabra con connotaciones de senectud, de acabamiento, y estamos educados, sobre todo los hombres, a sentirlo como pérdida; pérdida de actividad, de poder, de autoestima. Para soportar el ocio y disfrutarlo sin caer en el aburrimiento y el desánimo es tremendamente útil la cultura que estamos dejando atrás, la de las humanidades que, según parece, nos impide tener los chips puestos en la tecla de la inmediatez; y así volvemos de nuevo al principio. Alguien tendrá que encontrar soluciones. Anthony Giddens, en su tercera vía, propone la abolición de una edad fija de jubilación; un fondo de pensión mixto del que se pueda hacer uso cuando y como se desee, para la educación permanente, por ejemplo, y que así la gente mayor pase a ser recurso en lugar de problema. Suena tan bien y tan fácil que me temo que tenga algún inconveniente. Y eso que estamos hablando de desánimo y no de necesidad.

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