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La nueva presidenta del Europarlamento promete ser muy exigente con la Comisión

Xavier Vidal-Folch

Nicole Fontaine, la candidata del Partido Popular y del Grupo Liberal, venció ayer al socialista Mario Soares en la elección de la presidencia del Parlamento Europeo. Fontaine se impuso en la primera ronda por 306 votos contra 200 de Soares y 49 de la verde Heidi Hautala. La votaron las derechas, y al portugués, las izquierdas. Hubo 60 papeletas en blanco o nulas. Fontaine anunció que la Cámara "será muy exigente" con la Comisión y con el Consejo para afianzar los poderes que le da el Tratado de Amsterdam. La investidura de la Comisión de Romano Prodi, en septiembre, se augura tormentosa.

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Fontaine, francesa de 56 años, católica, centrista de la Unión para la Democracia en Francia (UDF), europeísta y eficaz vicepresidenta, venció más rápido de lo previsto incluso por los suyos. Ello se debió a que en la primera confrontación de los dos grandes grupos (Partido Popular Europeo, PPE, y Partido Socialista Europeo, PSE) en 12 años, el centro-derecha concentró el voto y absorbió también el de los radicales antieuropeístas. Las izquierdas, no. Hasta última hora, Izquierda Unitaria mantuvo a su candidata, Laura González, que al final se apartó en favor de Soares. Y aunque los radicales de Emma Bonino apoyaron al portugués, Los Verdes mantuvieron en liza a su presidenta, la finlandesa Hautala. Hubo defecciones -el voto era secreto-, pero los conservadores fueron más disciplinados.Eligiendo a Fontaine, la Cámara privilegió la promoción interna sobre el impulso de una personalidad política exterior. Y subrayó el papel de las mujeres -un tercio de los escaños-, "que desde 1979 no ocupaban la presidencia", como destacó, feliz, Fontaine, quien se refirió a sí misma como "sucesora" de Veil. Los socialistas pagaron cara su pretensión de ocupar el primer turno del mandato -que se repartían por mitades con el PPE-, pese a que perdieron los últimos comicios. Ello rompió el pacto tradicional de los dos grandes, lo que brindó a los liberales del irlandés Pat Cox un acuerdo con los conservadores para auparse al segundo turno. Un digno Soares aseguró que "si hubiese querido la presidencia a cualquier precio, habría aceptado el segundo turno, pero prefiero la clarificación y contribuir a romper un acuerdo paralizante".

Aparte de los elogios entrecruzados -"suerte" a Fonatine; "respeto" para Soares-, fue significativa la reivindicación de un nuevo "equilibrio político entre las distintas instituciones", preconizada por Cox. Éste, gran verdugo del colegio de Jacques Santer, ha pasado de puntillas sobre el "conflicto de interés" que ha llevado al exjefe liberal Martin Bangemann ante el Tribunal, el único comisario en sufrir tal deshonor. Fontaine, en una rueda de prensa, calificó ayer el fichaje de Bangemann por Telefónica de "lamentable e incomprensible" y dijo que el tema será tratado hoy en la Eurocámara.

Y, aunque Fontaine aseguró que no doblará el pulso institucional de guerrilla ideológica entre una Cámara mandada por la derecha y un Consejo y una Comisión con mayoría de izquierdas, sí propugnó relaciones "muy exigentes" con ambos: dijo que las audiencias de investidura "no serán un puro trámite", y que aunque pretende "una Comisión fuerte", ésta debe estar "bajo el estricto control del Parlamento". Pero se desmarcó de su antecesor, aplaudiendo que el Tratado consagre la "colegialidad" del Ejecutivo. Sugirió que si hay problemas con algún candidato a comisario, Prodi debería pactar con los Gobiernos una salida suave para retirarlos.

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