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Reportaje:

Llega a Marbella la gran caravana

El rey Fahd de Arabia Sahudí veranea en la Costa del Sol con 100 coches y 200.000 kilos de equipaje

Todo comenzó, al igual que todos los veranos, como un rumor. Pero, a diferencia de otros años, este verano el rumor se hizo realidad. Y el árabe más esperado en la Costa del Sol llegó. El rey Fahd de Arabia Saudí aterrizaba la noche del pasado sábado en Málaga con tanto equipaje como leyenda a su alrededor. A las 21.50, ocho aviones privados y más de un centenar de vehículos de lujo se encargaron de trasladar al monarca, junto a su séquito, de más de 500 personas, al palacio Mar Mar, una residencia que posee en plena Milla de Oro, una zona de Marbella que sólo por el nombre da una idea del nivel y poderío económico de sus habitantes.Hacía 12 años que el rey Fahd no visitaba el palacio, inspirado en la Casa Blanca de Washington. El primer día de sus vacaciones lo pasó el monarca saudí encerrado en su residencia recibiendo visitas. No salió ni tan siquiera para orar en la cercana mezquita que construyó hace 19 años su padre, el rey Abdulaziz al Saud. "Sólo la ha visitado cuando era príncipe y se podía desplazar con mayor facilidad", aseguraba ayer el imam del primer templo musulmán de España. En cualquier caso, tuvo facilidades para rezar. El palacio Mar Mar tiene templo incluido y el monarca se ha traído a su propio imán. "Ha venido a vivir la tranquilidad de Andalucía, esta tierra que tanto ama, para aprovechar su clima y hacer algo bueno por el pueblo. Debemos dejarle en paz", aseguró el guía del islam. Pero la expectación que despierta Fahd no puede dejarle descansar. Además de 200 habitaciones reservadas en los hoteles más lujosos de la Costa del Sol, incluidas suites de Las Dunas Park -donde los precios oscilan entre las 68.000 y las 150.000 por día-, ha comprado el mismo número de teléfonos móviles. Unos teléfonos que tendrá que regalar o devolver, porque en su país no le servirán. El espectacular despliegue del rey y su corte se agiganta con las cifras que circulan en la costa: los citados ocho aviones transportaban unos 200.000 kilos de equipaje. Suma y sigue: al día se gastarán unos tres millones en productos alimenticios, que serán adquiridos en el Corte Inglés de Puerto Banús.

Pero, salvo para alimentarse, las bocas de los allegados están selladas como tumbas. La casa real ha dado orden de cerrar el grifo a la prensa porque, al fin y al cabo, se trata de un visita no oficial. Eso sí, en Arabia Saudí se sabrá mejor que en España cómo transcurren las vacaciones del monarca. Entre el séquito viaja un completo equipo de televisión, que cubrirá de cerca el descanso real. Al-Andalus Internacional, una emisora marbellí propiedad del jeque Ashmawi, que emite a más de 50 países desde el satélite egipcio Neilsat, se ha puesto a su disposición para colaborar en lo que haga falta. En palacio no les van a faltar imágenes que rodar. Desde hace más de un mes, albañiles y jardineros se ocupan, como todos los veranos, de acicalarlo. El esmero con el que se empleaban hacía presagiar que, este año, sí, el rey llegaría. Las salidas y entradas de vehículos fueron constantes ayer.

Además, hay al menos un príncipe saudí en tierra marbellí: Salman, el tercero en la línea sucesoria, que llegó hace poco más de una semana a su propio palacio. Los guardas de seguridad, siguiendo la consigna de hermetismo, no quisieron confirmar si también está Abdulá, el príncipe que prácticamente controla el poder en Arabia Saudí.

Sólo se encargaban de confirmar lo obvio: "Hay mucho lío por aquí". Tampoco comentaron nada acerca del largo historial médico del monarca, que, además de ser diabético, sufrió hace tres años una embolia cerebral y al que hace pocos meses se le extrajo un coágulo de sangre del ojo izquierdo. Pero el silencio oculta una gran preparación, no sólo por los médicos que ha traído consigo, sino porque los facultativos se encargaron de visitar hace 15 días las instalaciones del hospital Costa del Sol, al que el monarca donó un millón de dólares para la creación de una fundación dedicada a la investigación. Los que le recibieron a su llegada dicen que el monarca tenía cara de cansado tras el viaje desde Riad. Un ascensor, afirman, se encargó de bajarle en silla de ruedas del Jumbo 747, en cuyas bodegas había un arsenal médico. Los que le escucharon hablar, en la comitiva de recibimiento, afirman que Fahd dijo que después de cinco años sin salir de su país estaba contento de estar en Andalucía.

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