En las garras de Gianni
Un empresario árabe, que logró apartar a la decana, lucha por recuperar sus casa marbellí ocupada por los italianos
Nouri Kahsmeeri, el primer empresario árabe que recaló en Marbella hace 25 años, pensó que la escena era sólo una pesadilla. El vestíbulo de su espléndida mansión marbellí, al borde del mar, se había transformado en una singular oficina. Varios italianos, rodeados de secretarias ligeras de ropa, llamaban por teléfono y bebían champaña a las once de la mañana. Los muebles eran el único signo que le recordaba que aquélla era la villa de 8.000 metros que había adquirido en los años setenta a un alemán por medio millón de dólares. En el jardín, dos Rolls Royce y varios perros agresivos completaban el marco.Kahsmeeri, de 60 años, había abandonado sus negocios de exportación de carne en Arabia Saudí y tomado apresuradamente un vuelo desde Nueva York, ciudad en la que reside. Un amigo le había alertado que su casa, en la urbanización Casablanca había sido ocupada. Cuando el empresario se repuso de la impresión planteó una pregunta inocente: ¿Qué están haciendo ustedes aquí? El más decidido de los italianos se dirigió a él y le espetó: " Vivimos aquí. Hemos alquilado su casa por 100.000 pesetas al mes y no nos vamos a ir. Lo siento pero a mi mujer la encanta esta casa". Era Cultrera, un presunto miembro de la mafia siciliana.
Once años de pleito
El empresario árabe durmió esa noche en un hotel, descubrió que había sido engañado por el administrador que contrató para atender los gastos de su casa y buscó un abogado. Han pasado 11 años y todavía pleitea con los italianos que siguen ocupando su casa. Hoy es la casa de Gianni Mennino, el lugarteniente de Cultrera. Desde Nueva York, Kahsmeeri relata su amarga historia y dice que ha sido amenazado a través de terceras personas. "El italiano me dijo que su esposa tenía relación con la Casa Real española y que no se iban a ir. Mi administrador, que ahora trabaja para Cultrera, me advirtió de que no me metiera con ellos porque eran muy duros y pertenecían a la mafia. Dijo que podían hacerme la vida imposible. Ordené al banco que no aceptarán el ridículo pago del alquiler".
Pero la pesadilla no terminó ahí. Mennino fue a ver a Kahsmeeri y le ofreció comprarle su casa. Ante la negativa del árabe, los italianos le denunciaron mediante un falso contrato de opción de compra de la casa. La firma de Kahsmeeri había sido falsificada. El caso cayó en las manos de la juez Ramírez.Kahsmeeri recusó a la juez en 1993 y ésta no aceptó dejar el caso. Otro juzgado decidió lo contrario. La sentencia fue rotunda: "Es evidente que el padre de la juez tiene una estrecha relación con Cultrera y Mennino, que operan en nuestro país a través de sociedades españolas participadas por una sociedad matriz gibraltareña. Ramírez participa en ellas como socio, apoderado o administrador, por lo que el caso afecta a los intereses económicos del padre de la juez, así como de los socios de éste", decía el fallo. "Hay que parar a la mafia y a gente como Mennino", dice Nouri.
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