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Ensoñaciones y realidades

Carlos Arribas

Bonito cuadro. Anda José Miguel Echávarri mirando la televisión por la meta. El director del Banesto ve a dos de los suyos en el grupo de fugados pero no piensa en ganar la etapa, aunque suspira calibrando a Txente y Peña. Tampoco en la clasificación por equipos, aunque echa cuentas con minutos y segundos. Sus pensamientos van un pelín más lejos, casi al terreno de los sueños. "Qué gran ataque podríamos haber montado aquí, en este terreno que no permite a nadie ahorrarse una pedalada; en este calor que agota y que hincha", dice. "Hace nada he sentido como una excitación pensando en cómo organizarlo. Bien sencillo: Peña, primero, y luego Txente aducen calambres para no pedalear y dejarse caer del grupo de escapados subiendo un puerto. Poco después, en otro repecho, Zülle ataca detrás y se va solo. Se junta con estos dos y no veas la que arman. Así que enseguida he llamado por teléfono a Eusebio para comentarle la jugada, pero me ha echado un jarro de agua fría. "En eso estamos, en eso estamos", me ha repetido, porque le gusta reafirmarse, "pero no veas qué bien anda Armstrong. Llevamos toda la etapa detrás de él, vigilándole, y mientras otros de su equipo y de los demás no paran de echarse agua por la cabeza y de beber, él nada, sobrio como un seminarista. No hay nada que hacer". En esas benignas ensoñaciones andaba Echávarri cuando la realidad le baja de golpe a la tierra. "¿Qué es eso, señor Echávarri, que dicen los de La Française des Jeux de que los del Banesto andan demasiado, lo que en estos tiempos que corren siempre es sospechoso, y hasta afirman que mientras los suyos perdieron una media de 30 minutos por persona en la etapa de Sestriere, los del Banesto sólo 10?", pregunta directa. "Que cuenten lo que perdemos en la París-Roubaix o en otras clásicas", respuesta directa. La historia no es un rumor ni un chiste. En Le Monde, la gran crónica del Tour es la denuncia del médico del equipo de Marc Madiot (implicado en varios asuntos de dopaje) y del condenado Christophe Bassons y del arrepentido Stéphane Heulot. El doctor Gérard Guillaume, harto al parecer de no entender por qué los de otros equipos, siempre extranjeros a Francia, idealmente norteamericano y españoles, corren más que los suyos, ha llegado a la conclusión de que todos tienen algo que esconder. "Si se confirman estas diferencias flagrantes", anunció Guillaume, "explicaremos en una conferencia de prensa nuestro trabajo en 1999, haremos público el hematocrito de nuestros corredores e invitaremos a los demás equipos a hacer lo mismo".

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Sobre la firma

Carlos Arribas
Periodista de EL PAÍS desde 1990. Cubre regularmente los Juegos Olímpicos, las principales competiciones de ciclismo y atletismo y las noticias de dopaje.

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