Velocidad y tocino
DE PASADAANA L. ESCUDERO Llegaron tarde. La cantante Rocío Jurado y el torero José Ortega Cano presentaron en sociedad un nuevo coche. El retraso lo motivó el fervor religioso: la procesión de la Virgen del Carmen. "Qué locura, qué disgusto", exclamó tras inmortalizar la fatalidad frente a las cámaras y expresar su pena a la anfitriona y reina de la noche marbellí, Olivia Valere. La presentación no fue por amor a sus respectivas artes. El torero tiene un concesionario en Madrid, cuya dirección se encargó de difundir, que va a ser el distribuidor del artefacto. Tan fino es que, cuando es rojo, hay que decirle guinda en lugar de colorado. Pero los dos se encargaron de dejar claro que, con esta fruta trufada, no van a ganar dinero. "Se lo puede regalar a sí mismo cualquier padre de familia. Está hecho para ocupar un segmento de mercado español", aseguró su fabricante, el granadino Juan Hurtado. Un segmento tan reducido, como el número 25, que son las copias numeradas que se han construido. Cuando se trató de posar, fue él quien tomó las riendas mientras Rocío, a su vera, echaba la cabeza atrás simulando el gustazo que da conducir sabiendo que se tiene clase. La diseñadora Marily Coll, en traje turquesa, fue la única mujer que se animó a agarrar el volante entre sus manos. El barón y la baronesa Lewe miraban a los conductores desganados, aunque seguro que ellos también han pasado por la autoescuela. Ella: tacones de aguja, malla más que ajustada, top remachado con tachuelas y labios berenjena. Él: pelo cardado, patillas, chaqueta blanca y camisa negra, todo un rockero. Dicen pertenecer a las familias aristocráticas más antiguas de Holanda, aunque sobre ellos pesa un rumor abonado por ellos mismos de ser de Transilvania. Lo que es vivir, viven entre Brasil, Suiza y Marbella. "Jugamos para mezclar la realidad y la ficción", explica el barón y deja caer una anécdota que nada tiene que ver con carrocerías sino con una salsa de ajos. ¿Y sus padres no están disgustados? "La aristocracia es por definición extravagante y artista", dice, igual de sonriente, y recalca que está hablando de títulos nobiliarios y no de la burguesía. Ellos prefieren el tocino a la guinda.
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