La difícil realidad de la prensa reformista
"Dado que percibimos la atmósfera que nos rodea, tendemos a autocensurarnos y a evitar aquellos asuntos o enfoques que pueden resultar espinosos; puede llamarlo presión indirecta". Así de sincero se manifiesta Mohamed Soltanifar, director del periódico Iran News, tras confirmar que en Irán no existe la censura previa.Sentado en su despacho del norte de Teherán, con un gran mapamundi a sus espaldas y la CNN sintonizada en el televisor, Soltanifar, de 38 años, que lleva cinco al frente de ese diario privado, describe su situación con una imagen muy significativa: "Cuando hay una tormenta, conviene dejarse ondear por el viento para que no se rompan las ramas, y ahora estamos pasando por una tormenta muy fuerte".
Reconoce Soltanifar que en los primeros meses del Gobierno de Jatamí, la prensa "se rejuveneció". Bajo el amparo del impulso del nuevo presidente, se alcanzaron cotas de libertad desconocidas. Pero los conservadores contraatacaron por la vía judicial y se pusieron de relieve las carencias y limitaciones de una ley de prensa concebida durante los años de guerra de Irán con Irak.
La falta de claridad sobre qué constituye un delito de prensa, ha permitido al sector inmovilista cerrar varios periódicos y llevar a sus editores ante los tribunales. Así desaparecieron Yamee y Tous, entre otros, aunque sus impulsores siguen en el empeño con la publicación de una tercera cabecera, Neshat. Incluso Zan, el diario para mujeres que dirigía Faezeh Hachemí, hija del ex presidente Rafsanyani, ha sido cerrado. Por otra parte, se ha producido ya una represión directa y algunos periodistas han perdido su licencia para trabajar.
Vía judicial
El sector conservador ganó una primera partida al lograr presentar en el Parlamento, antes que los reformistas, una enmienda a la citada ley, para endurecerla aún más y apoyar su utilización de la vía judicial. Ahora, en pleno fragor del debate, ha ganado otra, al conseguir la semana pasada que se retrasara su votación para seguir maniobrando en busca de apoyos.
En esas estaban los diputados, cuando el Ministerio del Interior presentó la queja contra el diario izquierdista Salam por haber publicado la nota en la que el jefe de los servicios secretos, que se suicidó recientemente en prisión, Said Emami, advertía sobre la excesiva libertad de la prensa. Ésa fue la gota que hizo saltar la paciencia de los estudiantes, que aquella misma tarde iniciaron la protesta que durante los últimos días convulsionó al país.
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