Sin aire
El día 25 de mayo, a las cinco de la tarde, varios viajeros esperábamos dentro del coche número 7555 de la línea 29 a que éste saliera de Santiago Apóstol. Con una temperatura exterior entre 32 y 36 grados en los termómetros de la calle, y lógicamente superior dentro del autobús al sol, preguntamos al conductor si podríamos cerrar las ventanas (que en este modelo de coche no aportan mucha ventilación) y encender el aire acondicionado. "No funciona", fue su respuesta. La petición se repitió por gran parte de los viajeros que subieron durante el recorrido, con resultado negativo.
¿Es posible que ya al principio de la temporada estén circulando los autobuses con el aire acondicionado averiado? O, quizá, ¿es posible que la puesta en funcionamiento del aire acondicionado dependa, como lo vemos constantemente, haga frío o calor, del ánimo de los conductores, en lugar de atenerse a una instrucción concreta sobre a qué temperatura exterior deben llevar el aire acondicionado puesto?
La actitud del servicio público, sufragado con nuestros impuestos y las tarifas en vigor, deja mucho que desear en demasiados casos: en muchas líneas hay conductores famosos por su mala disposición -y educación- e incluso por su conducción temeraria.
¿Están los conductores autorizados a fumar (incluso puros) dentro del autobús, sentados bajo el cartel que lo prohíbe? ¿Pueden conducir (muchas veces durante todo el recorrido) charlando y riendo con amigos (¡hasta cuatro al mismo tiempo he visto la semana pasada!), novias y familiares que, además, incomodan el ingreso de los viajeros al autobús?
¿Tienen normas sobre el lenguaje a (no) utilizar con los viajeros, o sobre la forma de increpar a los usuarios ante los que se creen fuertes (especialmente a personas de cierta edad y niños que también son clientes)? He visto hace poco a un conductor de la línea circular que no paró (¡y le echó una bronca...!) a una señora muy mayor en su parada por considerar que esta señora (que arrastraba un pie al caminar) le había avisado muy tarde: exceso de fidelidad a las normas, que no aplicó cuando poco después contestó una llamada de su teléfono móvil personal y mantuvo una conversación bastante prolongada mientras conducía.
Los usuarios no ponemos en duda la existencia de conductores correctos y profesionales desde todo punto de vista, pero sí cuestionamos muy seriamente que la corrección y la profesionalidad sean aportaciones potestativas de estos servidores públicos, mientras parecen carecer de normas que vinculen a quienes tienen, digamos, menor vocación de servicio.-
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