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Pujol exige a CiU que se olvide del PSC y se centre en difundir su mensaje

El presidente de Convergència Democràtica, Jordi Pujol, exigió ayer a los dirigentes de CiU que se centren en difundir el mensaje de la coalición, una vez constatadas las dificultades que está teniendo para fijar la agenda política con vistas a las próximas elecciones autonómicas. Pujol achacó estas dificultades al "ruido mediático" y pidió a sus correligionarios que, para mitigarlo, se olviden de los actos del socialista Pasqual Maragall y eviten la confrontación interna en asuntos aún no resueltos, como la elaboración de la lista electoral.

Jordi Pujol y los dirigentes de la coalición nacionalista están constatando con inquietud que, de momento, el debate político no bascula sobre los ejes que habían previsto -básicamente pacto fiscal y mejora del autogobierno-, sino que buena parte de la iniciativa política la tiene su gran rival, el socialista Pasqual Maragall. El análisis de Pujol -que fue compartido por la mayoría de los dirigentes de la coalición en el comité de enlace que se celebró ayer- se basa en que los propios dirigentes de CiU han contribuido indirectamente a hacer crecer el eco de algunas iniciativas de Maragall, como la celebración de elecciones primarias y la cena con empresarios. En el caso de las primarias, la repercusión pública se incrementó por la propia actitud de Pujol, que admitió que había pedido a militantes de su partido que fueran a votar. Asimismo, las declaraciones de dirigentes cualificados de Convergència contribuyeron aumentar la repercusión de la cena de Maragall con empresarios: Mas afirmó sin dar pruebas que algunos empresarios habían recibido coacciones para asistir al acto y Pere Macias llegó a afirmar que el evento suponía un "atraco a mano armada". El secretario general de CDC, Pere Esteve, rebajó ayer el tono de las acusaciones y consideró que la campaña de Maragall era "marketing americano". Según el análisis de la cúpula nacionalista, estas declaraciones alimentan el "ruido mediático" que impide que Convergència pueda fijar la agenda política. Pero este "ruido" se sustenta todavía sobre otras dos patas, en opinión de los dirigentes de CiU: en que, a su juicio, la mayoría de los medios de comunicación no transcriben correctamente muchos de los mensajes de la coalición y en las pugnas internas que mantienen a menudo Convergència y Unió. Fuentes del comité de enlace explicaron que los dirigentes de la coalición se comprometieron a cerrar filas y a tratar con la máxima cautela sus diferencias. En este sentido, los miembros de Unió Democràtica renunciaron a plantear quejas sobre los puestos que tienen asignados en la lista electoral, a pesar de que el líder de Unió, Josep Antoni Duran, se había quejado la víspera de que a su formación siempre se le reservaba "la pedrea", pero que en su momento le tocaría "el gordo". En conferencia de prensa, Esteve reiteró que la coalición da por cerrado el debate sobre el lugar que ocupará Duran en las listas -tiene reservado el octavo puesto-, a menos que los democristianos lo aúpen al tercer puesto, que es el primero que le corresponde a Unió. En cambio, los dirigentes de Unió no tuvieron ningún reparo a reiterar ante sus sus socios tres exigencias, según fuentes democristianas. UDC pide conservar el mismo número de consejeros comarcales que tenía en 1995 a pesar de que el retroceso electoral ha reducido el número de consejeros de la coalición, obtener más presidencias de este organismo y, finalmente, tener más peso en los gobiernos de las tres diputaciones controladas por CiU -Girona, Lleida y Tarragona-.

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