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Los primeros 100 años de Fiat

La poderosa marca automovilística busca alianzas mientras Turín intenta independizarse del 'gran patrón'

Reyes sin corona de la industria italiana, los miembros de la familia Agnelli celebraron ayer por todo lo alto el primer centenario de Fiat, la mítica compañía de automóviles de Turín cuya trayectoria ha corrido en paralelo con la historia de Italia. El grupo privado más potente del país, verdadero motor durante el último siglo de la economía de Piamonte y de toda Italia, entra en su segundo centenario con graves problemas que afrontar en un mercado saturado y mundializado. La propia ciudad de Turín se dispone a independizarse de un siglo de historia a la sombra de la todopoderosa Fiat. La fábrica de automóviles fundada el 1 de julio de 1899 por Giovanni Agnelli, hijo de una familia de terratenientes piamonteses, es hoy una poderosa multinacional con 200 filiales en todo el mundo y 220.000 empleados (casi la mitad en Italia).

En estos cien años, Fiat fabricó 80 millones de automóviles, entre ellos los míticos Balilla, Topolino, Seicento y Cinquecento. Fiat vendió el año pasado automóviles y máquinas agrícolas por valor de más de cuatro billones de pesetas.

La presencia ayer, en la sede del Lingotto, del primer ministro, Massimo D'Alema, y del presidente de la República italiana, Carlo Azeglio Ciampi, pone de relieve la importancia de un grupo cuya historia, como recordaba ayer el ex embajador y escritor Sergio Romano, "está particularmente unida a la historia de Italia". [El primer ministro aprovechó su intervención ante centenares de empresarios y dirigentes sindicales que acudieron a la fiesta de Fiat en Turín para reclamar "un nuevo pacto social". D'Alema insistió en que su Gobierno luchará contra el desempleo y propiciará la creación de nuevos puestos de trabajo, informa Efe].

Desde el boom económico ligado a la I Guerra Mundial, hasta la crisis de los años setenta y ochenta, cuando la fábrica Fiat de Mirafiori fue sede de las revueltas sindicales y el terrorismo golpeó a la empresa, pasando por la etapa fascista y la difícil convivencia con el poder alemán entre 1943 y 1945 han marcado la trayectoria del grupo.

No obstante, el centenario, más allá del entusiasmo de los brindis, deja entrever grandes cambios en Italia, y más concretamente en Piamonte y en Turín, su capital. Sin renegar de los grandes patrones que han controlado amorosamente la ciudad, muchos turineses creen que ha llegado el momento de cambiar el equilibrio de fuerzas. "Tenemos un déficit de imagen. La región entera y la capital en particular son percibidas desde fuera como demasiado sombrías, demasiado ligadas a Fiat, a la industria del automóvil", explica Andrea Pininfarina, miembro del Consejo de Administración de la empresa del mismo nombre y presidente desde junio del año pasado de la Agencia para las Inversiones en Turín y el Piamonte. La ITP, primera entidad regional de Italia dedicada a estimular las inversiones externas, que ha trabajado intensamente para conseguir que Turín fuera elegida como sede de los Juegos Olímpicos Invernales del 2006, está dispuesta a relanzar una imagen distinta y plural.

Nuevos retos

"Las inversiones extranjeras en Italia no avanzan como en otros países", añade Pininfarina. Los datos ofrecidos por la UE muestran una Italia en el puesto número 12 por volumen de inversiones directas extranjeras. Y lo que es más grave, con una tendencia a la baja. Mientras países como el Reino Unido, Francia, Alemania, Holanda, Suecia y España registran un notable aumento en relación a 1997 (España, por ejemplo, ha duplicado las inversiones exteriores), el dinero extranjero parece huir de Italia. Piamonte, con cuatro millones de habitantes y el 10% de la producción industrial de Italia, quiere salirse de ese marco negativo ofreciendo facilidades a los inversores, despejándoles el camino de obstáculos burocráticos y, sobre todo, mostrándose con una imagen renovada que intenta divorciarse del matrimonio histórico Fiat-Turín. "Tenemos muchas más empresas famosas, desde Martini hasta la alimentación Ferrero, o los cafés Lavazza", señala Pininfarina.

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