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Dimite un ministro iraní por la represión policial contra los universitarios La revuelta de Teherán se extiende por el país

La revuelta estudiantil de la Universidad de Teherán, que ayer entró en su tercera jornada, ha abierto una profunda crisis en el régimen de los ayatolás y amenaza con desestabilizar el país. La represión policial contra estos jóvenes que reclaman libertad de expresión y la reaparición del periódico progresista Salam provocó la dimisión del ministro de Educación Superior, Mostafá Moín, y que el Consejo Nacional de Seguridad, máximo órgano policial y militar del país, cesara anoche al responsable policial. El presidente Mohamed Jatamí prometió dejar libres a todos los detenidos.

'Abajo el despotismo', gritaron ayer millares de estudiantes de la Universidad de Teherán, mientras que por tercer día consecutivo se manifestaban en los alrededores de la ciudad universitaria de la capital reclamando libertad de expresión y el levantamiento de las sanciones impuestas contra el periódico progresista Salam, cuya publicación ha sido suspendida indefinidamente por decisión de un tribunal religioso tras publicar una información confidencial de los servicios secretos con respecto a la prensa progresista. La manifestación de estudiantes, muchos de los cuales llevaban el rostro cubierto, fue atacada ayer de nuevo por los Guardianes de la Revolución, quienes, con la excusa de proteger al régimen sagrado de los ayatolás y a su guía espiritual, Alí Jamenei, se dedicaron a golpear, lanzar piedras e incluso disparar contra los jóvenes reformadores. En los ataques, sin embargo, no participaron ayer los elementos incontrolados de las fuerzas de seguridad, sobre los que han recaído en las últimas horas las más duras acusaciones, imputándoles el destrozo de las instalaciones universitarias, que haya un centenar de estudiantes heridos e incluso la posible muerte de tres de ellos, según fuentes estudiantiles.

Malos tratos

"Nos han pegado como locos. En plena noche, la policía rompió las puertas de las residencias universitarias y lanzó en su interior granadas lacrimógenas", afirmaban ayer los estudiantes progresistas, recordando los incidentes de la madrugada del pasado jueves, mientras se hacían eco de los rumores de la muerte de un compañero, ocasionada al ser arrojado por la policía por una ventana desde la tercera planta de un edificio. El ministro del Interior, Abdolvahed Musaví Larí, un hombre de confianza del presidente progresista Mohamed Jatamí, ha reconocido que los policías reprimieron a los estudiantes sin su permiso, aunque obedecían las órdenes de sus mandos directos, quienes no dudaron en atacar a los manifestantes y en entrar en el recinto universitario de Teherán, apoyando así una operación de castigo dirigida por las fuerzas conservadoras de los Guardianes de la Revolución contra los estudiantes reformadores y progresistas. A la vista de lo sucedido, tanto el rector de la Universidad de Teherán como el ministro de Educación Superior presentaron ayer la dimisión. Este último, en una larga carta dirigida al presidente del Gobierno, asegura que lo sucedido es fruto de una provocación minuciosamente estudiada que tiene como objetivo "sabotear el proceso de la política del desarrollo y minar el sistema de la República Islámica".

La tensión creada en Irán con estos enfrentamientos ha obligado incluso al conservador Alí Jamenei a hablar en voz alta y desautorizar a sus seguidores, calificándolos de "irresponsables" y afirmando sin ambigüedades que los autores de estos hechos, que "han herido el corazón del guía y de los dirigentes del país", serán conducidos ante la justicia. El comunicado y los propósitos de Jamenei no lograrán, sin embargo, calmar las reivindicaciones de los estudiantes reformistas, quienes, sin poner en duda el sistema religioso de los ayatolás, se muestran cada vez más impacientes por la lenta marcha del país hacia su propia apertura, incluida la reconciliación con Occidente y Estados Unidos.

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