_
_
_
_
Tribuna:
Tribuna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las tribunas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

Ser o creérselo

De cabeza han andado los socialistas durante las últimas semanas hasta encontrar la fórmula que permitiera a un secretario general derrotado por las bases del partido ser designado por su cúpula candidato a la presidencia del Gobierno. La cuestión pudo haberse resuelto siguiendo sin mayores adornos el procedimiento establecido: la comisión ejecutiva presenta al comité federal uno o más nombres para que éste decida. Hasta ese punto, ningún problema: todo el mundo comprende el coste que supone convocar ahora un congreso extraordinario o abrir una nueva consulta electoral. Las dudas e indecisiones sobre la mejor forma de cumplir ese reglamento se derivan del hecho de que el candidato que la ejecutiva pretendía llevar al comité federal era el mismo que la base del partido había rechazado. Pues, al pensar en Almunia, la cúpula del PSOE no sólo desestimaba el procedimiento democrático de las primarias, antes tan exaltado como revulsivo de la vida política; no sólo demostraba su reticencia a dejar asunto tan delicado al albur de un congreso extraordinario, sino que elegía al mismo que perdió unas elecciones disputadas por el perdedor con el apoyo unánime de la ejecutiva, tan derrotada en aquella elección como su secretario general.

Se adelantaron entonces razonamientos algo rocambolescos del tipo de que las primarias no las pierde en realidad nadie; o este otro, más sutil: que, dimitido el elegido, era lógico que ocupara su puesto el que venía detrás, a quien, con esa caradura tan propia de la clase política, alguien denominó el segundo: uno había quedado primero, y otro, segundo, decía sin ruborizarse. Argumentos, como se ve, demasiado burdos para ser creíbles. De ahí que la ejecutiva del PSOE haya pretendido cubrir las apariencias con la apertura de unas consultas, ya que no a la base, a la misma cúpula. Es como una consulta autorreferencial, o más bien autorrefleja, si se me permite la redundancia: insólito caso de una cúpula que se consulta a sí misma a la vista del público.

Pero el colmo del cierre reflexivo, o del obsceno ensimismamiento cupular, lo habría de proporcionar el candidato al conducir personalmente las consultas sobre sí mismo en cuanto candidato designado. Es obvio que el único requisito para abrir auténticas consultas sobre la designación de un candidato consiste en que la persona que consulta se descarte sin segundas intenciones de la candidatura. Todo lo demás no cubre distancias entre electores y elegido; lo único que cubre son las apariencias de un ficticio consenso sobre el que, para colmo, se ha sentado la brillante doctrina de la puta falta, que tiene al menos el efecto colateral de liquidar aquella vulgar teoría del movimiento y la foto: no deja de tener su gracia que los antaño entusiastas de la foto fija lamenten hogaño la puta falta que hace el consenso.

Almunia será un buen candidato, qué duda cabe: tranquilo, consistente, fiable, adornado de todas las cualidades que normalmente se atribuyen a las personas de sólida y compacta estructura física y mental. Estupendo. Pero todo el tiempo perdido, todas las penalidades sufridas, todos los líos en que se ha metido para obtener el respaldo de la base y, una vez negado éste, suplirlo con el apoyo, convenientemente escenificado, de la cúpula, pudo haberse evitado con tal de que él mismo se lo hubiera creído el día en que fue elegido secretario general. Porque aquí el problema, el verdadero problema, es que nadie se cree candidato de verdad mientras el presidente por antonomasia ocupe con su jocunda y soez verborrea más de la mitad del escenario. A ver si se aclaran de una vez y, además de contar con un magnífico candidato, los socialistas tienen por fin un candidato que se lo crea; pues todo este paripé de la autoconsulta autorrefleja sólo puede explicarse por la tremenda dificultad a la que se enfrenta desde el último congreso la cúpula del PSOE para llenar el hueco que sin dejar dejó Felipe González.

Lo que más afecta es lo que sucede más cerca. Para no perderte nada, suscríbete.
SIGUE LEYENDO

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_