_
_
_
_

Un ambiente de hostilidad entre los kosovares espera a los soldados rusos

Miguel González

"No tenemos noticias". El semblante severo de sor Anastasia se abre en una amplia sonrisa cuando se le pregunta por la próxima llegada de las tropas rusas a Lausa, un pueblo a 30 kilómetros del destacamento de la Legión española, en Rakos. Sor Anastasia y las otras ocho monjas del monasterio ortodoxo de Devil son las únicas serbias en muchos kilómetros a la redonda. La ausencia de comunidades serbias significativas es una de las características comunes a las tres zonas donde van a desplegarse los 3.600 soldados rusos: Lausa, en el sector francés; Malisevo y Orahovac, en el alemán, y Kosovska-Kamenica, en el de EEUU, además del aeropuerto de Pristina. La otra es la hostilidad de sus habitantes albanokosovares. Por dos días consecutivos, 4.000 personas se han manifestado en Orahovac contra la llegada de los rusos y ayer se preparaba una movilización similar en Srbica.

"No queremos a los rusos", afirma Rustem Geci, de 36 años, que se presenta como comandante del Ejército de Liberación de Kosovo. Lausa está en el corazón de Drenica, la comarca donde se inició la rebelión armada albanokosovar. En los muros de las casas incendiadas se observan impactos de disparos, algo inusual en Kosovo, como huella de pasados combates. "Muchos mercenarios rusos combatieron con los serbios contra nosotros", alega Geci para justificar su rechazo. Tanto él como muchos de sus vecinos y parientes visten uniforme militar, aunque esté prohibido desde hace dos semanas.

Cuando se le pregunta por qué no cumplen su compromiso de abandonar el uniforme y las armas, alega que están negociando con la OTAN. Pero "nunca", subraya, se lo quitará si los rusos se lo ordenan.

Los albaneses sospechan que los rusos vienen a favorecer la división de Kosovo, entregando su franja occidental, denominada Metohija por los serbios, a sus enemigos. Pero el despliegue de las tropas rusas no abona esta tesis. Se trata de tres enclaves dispersos por la provincia, sin comunicación entre sí ni con las principales rutas, que se ha reservado la OTAN.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Sobre la firma

Miguel González
Responsable de la información sobre diplomacia y política de defensa, Casa del Rey y Vox en EL PAÍS. Licenciado en Periodismo por la Universidad Autónoma de Barcelona (UAB) en 1982. Trabajó también en El Noticiero Universal, La Vanguardia y El Periódico de Cataluña. Experto en aprender.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_