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Entrevista:

"Parece mentira que Madrid carezca de un festival folclórico"

Más de uno tuvo que resignarse a acudir al diccionario, en este caso de la Real Academia, para así leer: "Trébede. Habitación que, a modo de hipocausto, se calienta con paja. Es común en varias comarcas de Castilla la Vieja donde escasea la leña". Trébede, en grácil cursiva, es el programa con el que los oyentes más madrugadores de Radio 3 se desperezan los sábados y los domingos (de siete a diez de la mañana) al son de acordeones, violines, gaitas, tambores, zanfoñas y dulzainas. La música popular, para quien (se) la trabaja: al que se le peguen las sábanas, que se conforme con el rock y demás monsergas electrónicas. Desde hace 10 años, Iñaki Peña (Sestao, Vizcaya, 1953) es el encargado de azuzar la llama en el trébede matutino, con una consigna del todo subversiva siempre en mente: "¡Guerrilla cultural!". Pregunta. En estos tiempos de proyectos efímeros, los 10 años de Trébede suenan casi a ancianidad...

Respuesta. Sí, sí, pero yo prefiero hablar sólo de mayoría de edad. Siento el programa fresco y sano, como un deportista de 22 años con ansias de comerse el mundo. Trébede es una apuesta por aprender cultura tradicional todos a la vez, un triunfo de la participación frente al dogma.

P. En Radio 3, siempre tan futurista, resulta algo pintoresco escuchar dulzainas.

R. Cuando empezó Trébede, en 1989, me propuse contrarrestar el exceso de posmodernismo, lentejuelas y vanguardias. Eran los tiempos en que parecía que sólo existían Madrid, Barcelona, Bilbao y Valencia, y yo me preguntaba: y los que somos de pueblo, ¿qué?

P. ¿Tiene claro el perfil de su audiencia?

R. Los trebederos somos una inmensa minoría, que diría Blas de Otero. Gente agrícola o de formación universitaria, pero con conciencia de sus señas de identidad. La música tradicional es reivindicativa; los yanquis no la soportan porque les encantaría que fuéramos clónicos en todo el planeta y bebiéramos sólo refrescos de cola.

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P. Entonces en Madrid, con menos identidad propia, ¿es más difícil que triunfe el folclor?

R. Aparentemente, sí, pero aquí vivimos tantos de fuera que al final es la ciudad más abierta a los sonidos de todo el mundo: ahí está, para atestiguarlo, la irrupción de música africana en las noches de la capital. Lo peor es que aquí falte un gran festival folclórico; parece mentira que la Administración no haya sido capaz de comprender semejante laguna.

P. Eso de que su programa comience a las siete de la mañana, ¿es para poner a prueba a los incondicionales?

R. Eso es un poco fuerte, sí, pero las grandes multinacionales no suenan en mi programa y... Además sucede que por el programa desfilan muchos grupos ecologistas, son gente crítica con los Gobiernos, y eso nunca sienta bien.

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