"En la gran ciudad se debería vivir a menos kilómetros por hora"
Dice, muy serio, que le encantaría reencarnarse en Mozart o Caruso. El asturiano Antonio Belaustegui (Infiesto, 1936) lleva desde 1965 ayudando a la llegada de niños al mundo (antes, en la maternidad de La Paz; desde 1981, como jefe de neonatología del Doce de Octubre), pero se muestra convencido de que tanta felicidad sí tiene parangón: cantar un buen tango, una ranchera o un bolero, por ejemplo. Un día conoció a Marisol Fernández, médica residente en radiología, y al rato estaban los dos canturreando El día que me quieras. El dúo se ha afianzado con el nombre de Médicos Cantan, un grupo que nunca ocupará las listas de superventas, pero que, dicen, "ya ha llegado al número uno de la solidaridad". Los beneficios del primer disco (Añoranzas), que les reportó el Premio Príncipe de Asturias de la Concordia, se destinaron a Médicos del Mundo; los que obtengan con el segundo, el recién nacido Sueños, irán a Mensajeros de la Paz. Pregunta. ¿Lo suyo con la música era algo parecido a una vocación frustrada?
Respuesta. Era una asignatura pendiente. Nosotros somos seis hermanos, tres chicos y tres chicas, y de chavales pasábamos las horas haciendo versiones a dos voces de canciones vascas y asturianas.
P. Marisol y usted se llevan algún año. ¿Discuten mucho a la hora de elegir el repertorio?
R. Al principio, a ella le gustaba más la música ligera: Gloria Estefan, Barbra Streisand... A estas alturas, sin embargo, creo que le he inoculado sin remedio el veneno de la música suramericana.
P. ¿Qué música le pondría a los paritorios de los hospitales madrileños?
R. Clásica: Vivaldi o Beethoven, por ejemplo. La música también sería muy importante para los prematuros, porque ayuda a la humanización.
P. ¿Y durante el embarazo?
R. Hay abundantes trabajos que lo acreditan, y desde hace muchos siglos. Ya los egipcios nos dejaron papiros sobre melodías idóneas para la fertilidad de la mujer, de la misma forma que Homero, en la Odisea, contiene la hemorragia de Ulises con una canción. La música constituye el mejor símbolo de los sentimientos del ser humano.
P. Ustedes cantan para organizaciones no gubernamentales. ¿Cree que ésta es una ciudad solidaria?
R. Indudablemente, sí, a pesar de que el peligro de deshumanización es consustancial a las grandes ciudades. Con todo, sería muy interesante que aprendiéramos a vivir a menos kilómetros por hora.
P. ¿Qué lección le enseñaron sus pacientes?
R. Hace cuatro años logramos sacar adelante a Ángela, un ratoncillo que nació a las 28 semanas, con 560 gramos. Dos veranos después, Ángela y sus padres dieron con mi pueblo, preguntando a unos y a otros, y me hicieron una visita. Fue lo más gratificante que me ha sucedido nunca.
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