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Los Alardes ganaron en civismo

Maribel Marín Yarza

La herida todavía no ha cicatrizado, pero Irún demostró ayer que el tiempo también puede cerrar su brecha. Dos Alardes recorrieron las calles de la localidad, en la división y, sin embargo, en el respeto mutuo. No hubo incidentes; apenas unos cuantos insultos dispersos. Los ciudadanos cosieron así los primeros puntos de un corazón malherido que se empeña en seguir latiendo por amor a la fiesta de San Marcial. Nadie logró enturbiar el fervor que une a los irundarras en esta fecha señalada. Un día como ayer hace 477 años sus antepasados demostraron su arrojo en la batalla que les libró del asedio de las tropas francesas. Irún les recordó su respeto con más gratitud que en años anteriores. Huyó del enfrentamiento y optó por la tolerancia, aunque todavía cubierta de matices. Desde el principio, desde que las compañías del Alarde tradicional comenzaron a formar para participar en el desfile que sólo acepta la presencia de la mujer como cantinera. A las siete de la mañana, el momento fijado por el Departamento de Interior para la arrancada, reinaba el ambiente festivo en Urdanibia. Los enfrentamientos verbales y físicos de otros años no hicieron acto de presencia en la plaza y más de 8.000 hombres y 19 cantineras se abrieron camino, entre aplausos, para su recorrido. El otro Alarde, el que se presume oficial, tuvo que esperar más tiempo, aguardar con paciencia al segundo plano al que, ellos dicen, les relegó el alcalde en fucniones, Alberto Buen. El responsable municipal les había reservado la plaza para las 9.45. Pero, como ya anunciaron, los cerca de 800 hombres y mujeres que disfrutan del Alarde en la igualdad trataron de cumplir simbólicamente con el horario de siempre, el que fija la ordenanza municipal que ha imperado hasta la fecha. Pero sólo pudieron recorrer unos 30 metros. Les aguardaba un cordón de la Guardia Municipal que les impedía el acceso a la plaza de San Juan, donde todavía permanecía el otro desfile. Pero ni siquiera lo intentaron. Simplemente dieron media vuelta, regresaron a Urdanibia y se sentaron a esperar. Protagonizaron una "protesta gandhiana", en palabras de una de las mujeres-soldado, después de haber soportado más de un insulto. "Desgraciadas, habéis perdido". No se inmutaron. Ni siquiera al paso del otro desfile por la plaza. La alfombra de boinas rojas se repartió así por la ciudad. Se duplicaron las tradicionales salvas y las calles recibieron por partida doble, con resignación, los excrementos de los caballos. El alcalde también tuvo que salir al balcón consistorial en dos ocasiones. Eso sí, dicen los del Alarde oficial que con poco entusiasmo a la llegada de sus tropas. El día de ayer se recordará en Irún como el de la consolidación de dos formas de ver el Alarde. "La batalla ya está ganada", se congratulaba un defensor de que la mujer viva la fiesta sin limitaciones. Otros, los más escépticos, no lo veían tan claro. "Corremos el riesgo de que se institucionalicen los dos desfiles durante mucho tiempo". Pero las cosas han cambiado. Impera la cordura, aunque siempre haya voces disonantes: "El único Alarde es el tradicional; lo otro, un carnaval". El desfile oficial no sufre el insulto generalizado que ha soportado durante cuatro años, y disfruta de un amparo mucho más amplio de la ciudadanía. La responsable de Emakunde, Txaro Arteaga, lo atribuyó ayer a un factor clave. "La gente ha perdido el miedo", dijo. En todo caso, la solución a esta polémica puede venir de la Justicia, aunque la ley sea incapaz de cambiar la mentalidad de un pueblo mayoritariamente a favor de vivir la fiesta "como siempre". El Tribunal Superior vasco ya reconoció en 1998 el derecho de las mujeres a participar en el Alarde en igualdad de condiciones que los hombres: escopeta en ristre, a caballo y entonando las marchas con pífanos y tambores. Pero algunos ciudadanos han sabido dar esquinazo a la ley, a la espera de que se resuelvan los casos pendientes. Habrá que sumar uno más. El Alarde oficial anunció que impugnará la decisión del alcalde de fijar su arrancada a las 9.45. A buen seguro que Buen no recibirá la noticia con agrado. Tampoco ocurrirá a la inversa. El alcalde se mostró partidario de modificar o derogar la ordenanza vigente y de desvincular el desfile del Ayuntamiento. Los dichos y hechos ratifican que queda mucho para que San Marcial recupere el clima que ha hecho caminar de la mano a los irundarras durante década. Pero al menos, la herida ya no sangra.

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