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El máximo órgano de IU ratifica abrir una nueva fase política que impida el avance de la derecha

Lourdes Lucio

El máximo órgano de decisión de Izquierda Unida en Andalucía ratificó ayer, aunque con un 28,5% de votos de rechazo (35 a favor, ocho en contra y cinco abstenciones), la nueva política de alianzas con el PSOE en 118 ayuntamientos andaluces para impedir el acceso a los gobiernos locales de la derecha. Si hasta ahora la federación había mantenido que PP y PSOE representan lo mismo, a partir de este momento IU establecerá una clara línea divisoria en torno a los conservadores. El coordinador regional de IU, Antonio Romero, lo dijo con estas palabras: "Damos una imagen de ir contra el PSOE, cuando en realidad estamos contra la derecha y su avance. Criticamos al PSOE por su política, no por su ubicación sociológica".

Los entrecomillados de Romero -antaño uno de los más firmes defensores de la teoría de las dos orillas (en una estaría IU y en otra el PP y el PSOE)- vienen en el informe político presentado ante el Consejo Andaluz, cuyo análisis de los resultados electorales, como ya ocurrió en la ejecutiva, recibió críticas de algunos dirigentes. El documento sufrirá todavía más cambios: aún debe pasar por las asambleas locales y luego retornar a los órganos regionales. Los acuerdos municipales con el PSOE centraron la discusión de los dirigentes durante casi cinco horas y de lo dicho se puede pasar a limpio la decisión unánime de que "ni por acción ni omisión", en palabras del líder jornalero Juan Manuel Sánchez Gordillo, se permitirán los gobiernos del PP. Ahí se acaba la uniformidad. Aunque Romero remarcó en sus dos turnos de palabra que la "clave de la nueva fase política" es que IU debe explicar "de manera clara, nítida y contundente" que está en contra del PP, otros dirigentes le recordaron que ese cambio no debe significar una entrega absoluta al PSOE ni tampoco debe implicar unidad total de la izquierda. "No es un ningún bandazo, porque mantenemos el discurso y la estrategia. Es sólo un cambio de táctica", les replicó Romero. El coordinador apostó por la entrada de IU en los gobiernos municipales y se preguntó si su organización sólo está dispuesta a aceptar tareas de gobierno cuando tiene mayoría absoluta. "Eso nos invalida", comentó. El secretario general del Partido Comunista de Andalucía, Felipe Alcaraz, en la misma línea, aseguró que IU debe "dar un frenazo a la política neoliberal" y que el acuerdo con el PSOE es el instrumento para conseguirlo. Alcaraz aventuró que el "cambio de fase" desembocará en que el Partido Andalucista, socio de los socialistas en el Gobierno andaluz, "será cada vez menos imprescindible". Pero para otros interlocutores, los acuerdos no deben ir más allá de "dejar pasar" a la lista de izquierda más votada. Sánchez Gordillo se cuestionó por qué había que pactar con el PSOE cuando no ha modificado su política y ahí estaban los GAL. "Y si no hay cambio y son más fuertes, si pactamos lo vamos a pagar caro". La coordinadora de IU de Sevilla, Concha Caballero, tampoco se mostró de acuerdo en que se indujera a una participación "masiva" en gobiernos de coalición. Caballero aseguró que cuando el PSOE plantea ejecutivos compartidos persigue también "coger el espacio electoral de IU" o lo que es lo mismo el temido "abrazo del oso". En una posición neutra se situó Luis Carlos Rejón, quien apostó por la política de alianzas, pero con la advertencia de atar todos los extremos con el PSOE para evitar "piruetas" de última hora. Todos los dirigentes reconocieron sin dobleces el varapalo sufrido en la convocatoria del 13 de junio, pero discreparon de sus causas. Para Romero, por ejemplo, una de ellas es que IU "no se considera útil para gobernar desde lo concreto". En las antípodas se situó Concha Caballero: "Nos considera utilísimos, pero nos ven como una fuerza social y reivindicativa y no política". Ese análisis le llevó a criticar la falta de organización, a lo que minutos después le respondió Alcaraz que no había que confundir "desorganización con desorden". La mayoría de las intervenciones evitaron las críticas explícitas a la actual dirección porque, como recordó Willy Meyer, el calendario no lo permite: en otoño hay convocada una asamblea regional y las elecciones autonómicas y legislativas están a la vuelta de la esquina. Será entonces cuando se comprueba si IU, como dijo un dirigente, "no tiene suelo electoral".

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