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Javier Solana hace acopio de ideas

Un día escucha las reflexiones de Jacques Delors, el ex presidente de la Comisión Europea, otro día se reúne con Étienne Davignon, el banquero belga que tanto sabe de la integración comunitaria. Entre su viaje a Kosovo y la presidencia del Consejo Atlántico, Javier Solana, el secretario general de la OTAN, intenta hacer acopio de ideas sobre cómo poner en marcha la política exterior y de seguridad común (PESC) de la Unión Europea . Ésa será su principal tarea cuando, a partir del otoño, deje la Alianza para convertirse en Señor PESC. No pasará directamente de un cargo a otro. Dejará pasar unas semanas para descansar y, por estética, para no dar la impresión a los miembros neutrales de la Unión de que es la OTAN la que coge las riendas de Europa.

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A pesar del paréntesis que se impondrá Solana quiere aprovechar el impulso. La guerra de Kosovo -con la cohesión demostrada por los europeos y su inferioridad militar frente a EEUU- ha creado una nueva dinámica en la Unión a favor de desarrollar la PESC. Por eso se le nombró a principios de mes.

Fue, curiosamente, un "neutral", el ministro austriaco de Exteriores, Wolfgang Schüssel, el primero que le sugirió que manifestase su interés por el cargo, pero sus verdaderos valedores han sido, durante toda la campaña bélica, el británico Tony Blair, el francés Jacques Chirac y el alemán Gerhard Schröder. Como reconoció el propio ministro Abel Matutes, la iniciativa no partió de la diplomacia española que sólo se sumó al consenso.

Para apoyarle, Señor PESC contará con una célula de reflexión, integrada por un representante de cada Estado miembro, de la Comisión y de la Unión de Europa Occidental, una pequeña organización exclusivamente europea dedicada a los asuntos de defensa. Solana acabará también dirigiéndola cuando se integre en la UE. Tendrá además bajo sus órdenes dos direcciones generales, una para la política exterior y otra para la seguridad.

Pero Solana no será sólo Señor PESC. Será también secretario general del Consejo de Ministros y su afición por la economía le llevará, probablemente, a asistir a las reuniones de ministros de Hacienda. Para los consejos menores, como consumo o mercado interior, delegará en su adjunto, el francés Pierre de Boissieu.

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A diferencia de otros aspirantes al cargo de Señor PESC, Solana, que ha trabajado mano a mano desde la OTAN con el presidente Bill Clinton o la secretaria de Estado, Madeleine Albright, puede estar seguro de que en Washington todos se le pondrán al teléfono. "Henry Kissinger ya no podrá quejarse de que cuando llama a Europa tiene que marcar muchos números de teléfono porque hay demasiados interlocutores", comenta un diplomático.

Es posible, sin embargo, que en la línea entre Bruselas y Washington surjan algunas interferencias. El próximo presidente de la Comisión, el italiano Romano Prodi, parece querer meter baza en la política exterior de la Unión. Prueba de ello es que no va a nombrar a ningún vicepresidente para hacerse cargo de ella. Más de uno prevé en Bruselas que acabará teniendo roces con Solana.

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