La OCDE afirma que España es el país miembro que más empleo precario crea
La Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) presentó ayer en París las conclusiones de un estudio referido al empleo y el paro entre los jóvenes, el trabajo a tiempo parcial, la incidencia real de la legislación protectora del empleo, la formación de trabajadores adultos y los nuevos modos de organización del trabajo. Según el estudio, España es, de los 29 miembros de la OCDE, el que ha registrado el mayor número de contratos de trabajo temporales -alrededor de un 33%, por encima de Australia (23%) o de Finlandia-, trabajo que implica sobre todo a mujeres y jóvenes. El documento revela que en España el mercado laboral es dinámico, pero al mismo tiempo adolece de precariedad. Respecto a los contratos a tiempo parcial, la OCDE maneja una serie de parámetros para evaluar su precariedad; entre ellos, la opinión de los propios trabajadores. En España, el 36% de quienes se ven afectados por estos contratos desearía un empleo a tiempo completo, porcentaje que en Holanda sólo es de un 8%. Si se toma el conjunto de países de la OCDE, es un 20% el que desearía cambiar de estatuto y disponer de otro tipo de contrato laboral.
La precariedad laboral también pasa por la retribución. Según el estudio, quienes tienen contratos a tiempo parcial ganan por hora un 67% aproximadamente de los contratados a tiempo completo, mientras que en Holanda o Francia se abona a los precarios el 73% de lo que se pagaría a tiempo completo.
Paro juvenil
La OCDE también destaca que el 25% de los jóvenes que no acaban el segundo ciclo de enseñanza es el más perjudicado por el paro. Si en 1979 la tasa de empleo para los jóvenes de entre 15 y 24 años era del 53%, 20 años después es de sólo el 45%. Este fenómeno no se explica sólo por la mayor escolarización, puesto que el paro, para el mismo sector de población, ha crecido del 10% al 13%. El estudio demuestra que crecen y se enquistan las desigualdades sociales, pues un 20% de los jóvenes en paro vive en familias en las que nadie tiene un empleo. La mala o inacabada escolarización acostumbra a ir acompañada de mala o escasa formación, de salarios peores y menor estabilidad y seguridad laboral.
Los resultados de las llamadas "políticas activas" destinados a favorecer el empleo de los jóvenes son "decepcionantes", pero el análisis no se pronuncia sobre las actuales iniciativas adoptadas al respecto por los Gobiernos de Francia, el Reino Unido, Dinamarca u Holanda, porque sus efectos aún no pueden analizarse.
La ecuación a mayor flexibilidad más empleo no queda demostrada, según admite la OCDE, pero en cambio sí parece claro que el nivel de protección del empleo tiene que ver con la composición demográfica del paro y del empleo.
En España, donde el mercado laboral presenta mayor rigidez que en otros muchos países de la OCDE, el coste y la dificultad del despido parecen frenar la movilidad y rotación laboral, al tiempo que limitan el acceso al mercado de trabajo de jóvenes y mujeres. "En los países en que la legislación es muy estricta, el riesgo de perder el empleo es menor, pero si eso se produce, el riesgo de permanecer durante largo tiempo en el paro es mayor".
La OCDE se pregunta si "para mejorar las oportunidades de los jóvenes" conviene "reducir la protección para los trabajadores que llevan mucho tiempo en el mismo puesto", y responde que sólo se ha cubierto uno de cada cinco de los puestos de trabajo que han quedado libres a causa de las jubilaciones anticipadas.
Por otra parte, la OCDE calcula que la creación de empleo disminuirá en el conjunto de los 29 países durante este año y en el 2000, y que será del 0,9% en ambos, frente al 1% en 1998 y el 1,5% en 1997.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.