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Las "performances" ganan adeptos

Margot Molina

Cuando el artista se transforma en obra de arte no siente nada, está tan ensimismado en lo que hace que se olvida de la gente que se agolpa a su alrededor y lo mira perplejo. Se olvida de que el material que está usando es su propio cuerpo. Eso es lo que aseguraron la noche del pasado martes Miguel Benlloch, Antonio Quiles y Javier Velasco, después de las performances que ofrecieron en la sala de Producciones BNV de Sevilla. Con esta iniciativa, muy poco frecuente en Andalucía, la sala pretende dar a conocer el trabajo de creadores andaluces que habitualmente tienen que salir del territorio de la comunidad para mostrar este tipo de obras. El proyecto continuó ayer con Ro Sánchez y Carmen Pombero. Performance es una acción efímera en la que el propio artista utiliza su cuerpo como medio a través del cual articula su pensamiento. Esta forma de expresión, surgida en los años sesenta, cuajó en España con gente como Fluxus o ZAJ y se está revitalizando ahora. Producciones BNV ha creado un programa para mostrar el trabajo de cinco artistas andaluces que utilizan la performance como medio de expresión. La cita, a la que acudieron más de 200 personas, comenzó la noche del martes y continuó ayer con los trabajos de Carmen Pombero, titulado Sevilla y Olé (Viva el folklore), y Ro Sánchez, con Mantén tu línea, un montaje en el que la artista intenta comerse tres docenas de merengues mientras camina por una línea. Miguel Benlloch se pasó unos 15 minutos desnudándose en una acción que titula Tengo tiempo. Quería quitarse "la ropa como rito, como piel mudable que absorbe el tiempo", asegura. Al lado de casi tres metros de mantas dobladas, el artista se fue desprendiendo de las decenas de prendas que vestía hasta quedarse con una falda de lentejuelas y unos guantes de raso violetas y, después, desnudo. Su performance, como la del resto de sus compañeros no tenía texto ni música pero, aun así, no se oía una mosca en la atiborrada sala. El público miraba perplejo y, a pesar de la comicidad de algunas situaciones, nadie esbozó ni una sonrisa. La crema fue la única vestidura que eligió Antonio Quiles en su montaje El deseante que da, el deseado que pide. El artista fue cubriéndose de crema todo el cuerpo, un traje que él llama "anti-ósmosis" y con el que pretende aislarse de "agresiones externas". Javier Velasco dejó cautivados a los asistentes con la originalidad de su trabajo Cutáneo en el que "se han dejado la piel más de 30 personas", comentó el artista. La metáfora, en este caso, puede entenderse al pie de la letra, ya que la obra de Velasco se basa en las huellas de la piel de distintas partes del cuerpo de 30 personas. El artista se recubrió de látex parte del torso, lo desprendió y, acto seguido, proyecto el resultado como se hace con una diapositiva.

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Sobre la firma

Margot Molina
Ha desarrollado su carrera en El PAÍS, la mayor parte en la redacción de Andalucía a la que llegó en 1988. Especializada en Cultura, se ha ocupado también de Educación, Sociedad, Viajes y Gastronomía. Licenciada en Periodismo por la Universidad Complutense de Madrid. Ha publicado, entre otras, la guía de viajes 'Sevilla de cerca' de Lonely Planet.

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