La lógica del horror
Ya durante los meses de bombardeo, la OTAN dio sobradas muestras de por dónde iba a transcurrir su argumentación en defensa del ataque, utilizando el sufrimiento de los refugiados como razón de peso, palabra definitiva. Ahora, una vez ha entrado en Kosovo, se aplica en concluir el razonamiento: no hay más certeza que el cadáver, el cuerpo quemado, la fosa común. Frente a las muchas dudas y sospechas que despertó la acción militar, frente a la muerte y el desastre causados por los bombardeos, la OTAN respondió mediáticamente con planos cortos de los campos de refugiados, narraciones terribles, abultados paralelismos históricos que insultaban la memoria de los supervivientes del holocausto y alcanzaban la sensibilidad colectiva. Ahora, para evitar cualquier balance crítico o dudas futuras, la OTAN emplea la lógica del horror una vez más. Quien tenga algo que objetar, que lo haga con un cadáver en los brazos. Si la OTAN quiere muertos, encontrará todos los que necesite. Según las estimaciones más prudentes, casi tres meses de bombardeos, enfrentamientos armados entre el Ejército y la UCK, acciones de incontrolados y represión habrían dejado más de seis mil muertos, civiles o no, en un territorio tan pequeño. El subsuelo de Kosovo está atascado de cadáveres. Ha habido una guerra de tres frentes, una guerra civil y militar, y las guerras, hasta nueva noticia, dejan un rastro de muerte, horror, barbarie, truculencias. Pero la exhibición recreada de cada centímetro de carne muerta, los relatos dramatizados, el detalle sanguinario, cierran el ciclo argumental de la OTAN, que nadie proteste ahora. ¿Alguien se atreve a abjurar con la mano puesta sobre una calavera reciente? Pues de eso se trata. La retórica aplastante de las fosas comunes.- . .
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