Foster pilota y proyecta
Norman Foster pilota su avioneta, aterriza y convence con sus comentarios sobre los edificios o las maquetas. Es la secuencia tipo del documental de la BBC (1998) sobre el arquitecto británico Norman Foster que le dedica esta noche la serie Personajes del siglo XX (Documanía, Canal Satélite Digital, 22.00). El arranque ascendente por el estudio de Foster en Londres -300 empleados y oficinas en seis ciudades- contrasta con la aparición del personaje en mangas de camisa, atiende el teléfono, acuerda una cita, dibuja y toca una maqueta. "La arquitectura se refiere a todos los sentidos", dice el último premio Pritzker, al descubrir sus orígenes en la zona dura de Manchester, estudios y conocimiento a los 13 años de Lloyd Wright y Le Corbusier. Socios y amigos van situando el personaje: es reservado, superlógico, superracional, tiene imaginación poética, es ahorrador y generoso, se siente inseguro. También ofrecen elementos para situar sus proyectos, con el tratamiento del hormigón, la alta tecnología, el consumo de energía y el medio ambiente. Para ilustrar los argumentos teóricos las imágenes se acercan al diseño de un picaporte, con el proceso de dibujo, y al Banco de Hong Kong y Shanghai, recorrido con una música de fantasma de la ópera. Los elogios personales proceden de sus socios, Richard Rogers o David Nelson, pero cuando Foster vuelve a pilotar la avioneta anuncia el mejor testimonio sobre la vida y la arquitectura. "El vuelo está integrado en mi forma de trabajar".
El narrador dice que en España es un "héroe de culto", por el metro de Bilbao, la torre Colserola de Barcelona y la torre de Santiago de Compostela, con amplio metraje desde su llegada al aeropuerto, el traslado de la maqueta con sus propias manos y las explicaciones en el Ayuntamiento y desde la montaña, con las torres de la catedral en el centro histórico. Foster cambia las ciudades, como ocurre en Nimes o en Duisberg, o reinterpreta la historia, con la cúpula del Reichstag -ya inaugurada-. Su desnuda visita a la capilla de Bonchamp de Le Corbusier es una comunión de energía. El crítico François Chaslin se atreve a hablar de erosión y estancamiento en la obra del mejor arquitecto de hoy, pero el piloto Foster vuelve a los aires para decir que nunca ha tenido la ambición de ser un gran arquitecto.
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