Un desprendimiento descubre el suelo de la iglesia donde fue enterrado Velázquez
La lluvia ha terminado echando una mano a los arqueólogos que trabajan en las excavaciones de la plaza de Ramales. Los chaparrones que cayeron en Madrid en los últimos días reblandecieron los laterales de las catas arqueológicas y produjeron algunos desprendimientos. Así, parte del solado de la nave central de la iglesia de San Juan, donde fue enterrado Diego Velázquez, se ha hecho visible. Los técnicos creen que puede permanecer intacto bajo el asfalto casi el 70% del solado.
La lluvia ha aclarado las ideas a los arqueólogos de la Consejería de Cultura que trabajan desde hace casi dos meses en la plaza de Ramales. Los fuertes aguaceros de los últimos días han producido desprendimientos en una de las paredes laterales de la primera cata abierta en la plaza, la más próxima al centro de la glorieta. La tierra, al caer, ha devuelto a la luz varios metros del pavimento que cubría la iglesia de San Juan, donde Velázquez fue enterrado en 1660. Este descubrimiento permite además a los técnicos albergar nuevas esperanzas sobre lo que aún oculta el subsuelo de Ramales. Los expertos temían que las excavaciones arqueológicas que se llevaron a cabo en 1959, y de las que no queda memoria documental, hubieran destruido la mayor parte del solado del templo. Sin embargo, la aparición de grandes tramos de pavimento gracias a la lluvia caída demuestra que las excavaciones de 1959 sólo afectaron a una de las naves laterales, con lo que cerca del 70% del suelo de la iglesia podría seguir intacto.
Escaleras de madera
Este hecho permitirá desentrañar nuevos secretos e incógnitas sobre el pasado de esta iglesia, derribada en 1809 por orden de José Bonaparte. Hasta el momento, las prospecciones arqueológicas de la Consejería de Cultura se han ido topando principalmente con restos arquitectónicos y arqueológicos ya desenterrados y desechados en las excavaciones de los años cincuenta. Entre estos últimos se encuentra, por ejemplo, una escalera que unía la iglesia con un subterráneo de unos cinco metros de profundidad, cuyos peldaños de madera fueron arrancados en 1959. Algo parecido había ocurrido semanas antes con una gran cripta, que ya había sido vaciada hace 40 años. Pero ahora todo puede cambiar de forma espectacular. Si el pavimento de la nave central de la iglesia de San Juan continúa intacto significa que todo lo que se oculta bajo sus grandes losas de arcilla -previsiblemente criptas funerarias- estará igual que cuando José Napoleón ordenó derribar el templo. Los arqueólogos se muestran esperanzados con los próximos descubrimientos.
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