Un ex primer ministro ruso pide a Yeltsin que abandone la presidencia

El exprimer ministro ruso Serguéi Kiriyenko pidió ayer al presidente Borís Yeltsin que dimita y devuelva el poder a la sociedad civil, lo que supondría la sustitución de "no más de 50.000" altos funcionarios. Según Kiriyenko, a Yeltsin le queda una importante labor por hacer: eliminar el sistema de influencia del Ejecutivo, traspasar el poder a los ciudadanos y expulsar a la alta burocracia enriquecida por la corrupción.

"Estoy en contra de elecciones anticipadas, pero no de dimisiones anticipadas", afirmó en el congreso de la prensa rusa este partidario de la economía de mercado que ha fundado la derechista Nueva Fuerza. Su consejo a Yeltsin es que dimita en octubre, lo que permitiría elecciones presidenciales en diciembre, junto con las legislativas y las municipales de Moscú. Lo propuesta de Kiriyenko roza la utopía, ya que Yeltsin da la impresión de que sólo saldrá del Kremlin con los pies por delante. Pero lo más insólito es que no encaja con la muy extendida interpretación de que, si disputa a Yuri Luzhkov la alcaldía de Moscú, es para impedir que pueda llegar al Kremlin.

El último sondeo sólo da a Kiriyenko un 3% de la intención de voto, frente al 81% de su rival. Sin embargo, puede hacer mucho daño al carismático alcalde con sus denuncias de que, bajo su férula, todo se mueve por el soborno, y de que la prosperidad de la capital es un espejismo que puede esfumarse con una monumental quiebra financiera. Incluso ha instalado una línea caliente para recoger denuncias contra Luzhkov.

Éste se defiende como puede. Tiene recursos para ello: controla un imperio financiero y mediático, y ha creado un movimiento político que amenaza con disputar a los comunistas el primer puesto en las legislativas. Ayer, Luzhkov alertó de la "injusta" campaña lanzada contra él por el Kremlin. O más bien por el entorno de Yeltsin, y muy especialmente por la hija del presidente, Tatiana, y los magnates Borís Berezovski y Román Abramóvich.