_
_
_
_
_

El fiscal pide 61 años para El Lejía por tres crímenes cometidos en Huelva

Un jurado popular enjuiciará a partir de hoy en la Audiencia Provicial de Huelva a Francisco Javier G. R., El Lejía, acusado de asesinar a tres personas en la localidad de Nerva (7.000 habitantes) entre el 16 y el 18 de noviembre de 1997. El procesado, detenido dos días después de las muertes y que admitió los hechos ante la juez durante la fase de instrucción, está acusado de matar a Félix Cabanas, Ángel Gómez y Manuel López, cuyos cadáveres fueron localizados con las cabezas destrozadas a golpes.

El fiscal pide 61 años de prisión para el Lejía, además de la prohibición de regresar a Nerva en los cinco años que sigan a su puesta en libertad y durante sus eventuales permisos carcelarios.

Según el relato del fiscal, el Lejía entró el 16 de noviembre de 1997 en la propiedad de Cabanas, de 39 años, con el propósito confesado de robar. Tras mantener una conversación con él, aprovechó un descuido de Cabanas para coger una barrena de hierro (barra con uno o ambos extremos cortantes que se usa para agujerear peñascos) y golpearle en la cabeza. Al creerle muerto, el Lejía apartó del camino el cuerpo de su víctima y se dirigió a la casa.

Sentado a la puerta estaba Ángel Gómez, de 65 años, con quien también, según el relato del fiscal, mantuvo un breve diálogo hasta encontrar el momento de golpearlo con la barrena hasta la muerte. Cuando ya abandonaba la finca, después de registrar la casa, el Lejía pasó de nuevo junto al cuerpo de Cabanas y le oyó respirar, así que, siempre según el relato del fiscal, volvió a golpearle para rematarlo.

Dos días más tarde, Nerva volvió a sobresaltarse con otra muerte violenta. El Lejía había estado en la chatarrería que regentaba Manuel López, de 43 años, con la intención de vender dos escopetas de cañones recortados que había robado. Como el chatarrero no quiso adquirir la mercancía, el presunto asesino le asestó un fuerte golpe en la cabeza con una de las armas que pretendía venderle. Para estar seguro de que había acabado con la vida del chatarrero, le machacó la cabeza con una batería de automóvil. López murió en el acto.

Además, el presunto asesino registró los bolsillos de su última víctima y le robó las 180.000 pesetas que llevaba en la cartera y un juego de llaves. Con ellas se dirigió al domicilio del chatarrero, pero decidió finalmente no entrar porque la esposa del fallecido estaba dentro.

Lo que más afecta es lo que sucede más cerca. Para no perderte nada, suscríbete.
Suscríbete

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_