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La caída del muro

La sala Ya'Stá retoma sus actividades culturales, suspendidas hace cinco años

Un gran muro de ladrillos canceló hace cinco años las actividades lúdico-culturales del Ya"Stá, un conocido bar de copas del centro de la capital que desde hace un lustro ha funcionado exclusivamente como bar musical, sin actuaciones. El tabique lo levantaron los propios dueños y empleados del local: tapiar el escenario era su manera de protestar por las trabas administrativas y el estrecho cerco al que el Ayuntamiento de Madrid les había sometido. El tipo de actividades que allí se hacían (conciertos de rock, exposiciones, performances o teatro) no era del agrado de las autoridades locales. La protesta ha terminado. Los ladrillos cayeron hace un par de años por la remodelación del local, pero anoche se derrumbaron de una forma más simbólica: el escenario del Ya"Stá retomó su antiguo papel de lugar de trasiego cultural. Pero el tiempo no ha pasado en balde. La dirección del recinto ha meditado lo suficiente para que en la nueva etapa que se inicia las actividades se amplíen. Igual que ha hecho el local: con una planta más para ubicar las nuevas ofertas. El cambio de concepto del lugar busca convertirlo en un multiespacio creativo (Ya"Stá MEC) que pretende acoger el arte en cualquiera de sus expresiones.

Con más de quince años de historia en la noche madrileña, el Ya"Stá es desde ayer también un estudio de grabación, un lugar donde los grupos musicales pueden ensayar, un estudio de tatuaje, un sello discográfico o un taller de teatro. Todo al servicio de las nuevas expresiones. Además, la dirección ofrece su escenario a quien lo quiera utilizar o alquilar con fines parecidos y puede convertirse en plató para la grabación de vídeos o programas de televisión.

Situado en la calle Valverde, justo detrás del célebre edificio de Telefónica, el Ya"Stá ha sido durante muchos años un local vinculado al colectivo de artistas Ya"Stá La Troupe, donde antiguos miembros de grupos madrileños (Los Toreros Muertos, Enemigos, Pablo Bicho...) experimentaban sus inquietudes. De ahí partió el camión que Mani Moure (ex bajista de Los Toreros) fletó para ir de gira por España como titiritero. Ha sido afterhours y templo de góticos y siniestros, una vistosa tribu urbana de aspecto medieval, luto y carmín.

Como lugar dinámico y con vocación de evolución, pronto se convertirá también en un cibercafé (café con Internet), tienda de ropa, cómics, discos, venta y reparación de instrumentos y servicio de representación artística. Además, ha adelantado a las seis de la tarde su apertura. Ayer, sobre el escenario, un profesor de teatro enseñaba a un alumno con máscara ejercicios de expresión corporal. Mientras, Max tatuaba a su primera clienta. Era el debut.

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