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Los obispos catalanes "desaconsejan" participar en un congreso católico

Los obispos catalanes han actuado con celeridad y contundencia para cerrar la puerta al movimiento católico Somos Iglesia, "desaconsejando" la participación de sus feligreses en el congreso Cristianismo, Iglesia y sociedad en el siglo XXI, convocado, entre otras entidades de talante progresista, por este movimiento. Somos Iglesia nació en Austria y Alemania hace cuatro años, y pretende que la Iglesia católica "respete en su seno los derechos humanos" y permita a los fieles, entre otras cosas, un diálogo abierto sobre la sexualidad.

Los obispos de la Conferencia Episcopal Tarraconense han hecho pública recientemente una nota "ante el anuncio de un congreso sobre Cristianismo, Iglesia y sociedad en el siglo XXI, a celebrar en otoño de 1999". Los 13 prelados de Cataluña consideran: "El diálogo interior en el seno de la Iglesia, bien que loable, y el necesario diálogo de los cristianos con nuestro mundo no pueden perder de vista los contenidos precisos de la fe católica". Para los obispos catalanes, "sin el mantenimiento de la verdadera comunión eclesial, que no existe sin el fundamento apostólico, fácilmente podría crecer la confusión en una sociedad que tiende a valorar igualmente conceptos religiosos contradictorios". Los obispos agregan: "También entre los católicos, estas actitudes pueden crear desorientación y restarles fuerza evangelizadora". Sentados estos preámbulos, la nota de los obispos concluye "advirtiendo de estos peligros a nuestros fieles y a nuestras comunidades parroquiales y religiosas", y "desaconsejando la participación y adhesión a este congreso". El congreso, que se celebrará en Barcelona los días 9, 10 y 11 del próximo mes de octubre, ha sido convocado por el CIC, el Centre Eiximenis, el Col.lectiu de Dones en l"Església, El Pregó, Cristianisme i Justícia, Cristians pel Socialisme, Foc Nou, Centre Ecumènic, Espai Obert y Som Església, la rama catalana del citado movimiento. Entre los ponentes figuran Fermí Manteca, Pere Lluís Font, Francesc Torralba, Jaume Botey, J. M. Gasch y Félix Martí. Cinco millones de fieles La dureza de la nota de los obispos sorprendió a muchos de los convocantes, pero desde la jerarquía se identificó rápidamente la presencia de Somos Iglesia como el elemento determinante de esta reacción, lo que pone en evidencia la preocupación que despierta en el Vaticano la rápida propagación de este movimiento. Somos Iglesia nació como un manifiesto a finales de 1995 en Austria y Alemania y se extendió rápidamente, primero por Europa y poco después por Estados Unidos y Brasil. Actualmente son ya más de cinco millones los católicos que se han adherido al mismo. El manifiesto, que se apoya ideológicamente en el Concilio Vaticano II, pide, entre otras cosas, "la construcción de una Iglesia fraterna", la "plena igualdad de derechos de la mujer", la "libre elección entre formas de vida celibataria y no celibataria", la "valoración positiva de la sexualidad" y el "mensaje de alegría en vez de amenaza". Desde el primer momento, la Santa Sede no vio con simpatía este movimiento de raíces antiautoritarias que pretende la democratización de la Iglesia. El cardenal Joseph Ratzinger, prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe, sucesora del Santo Oficio, tomó rápidamente cartas en el asunto y escribió personalmente al presidente de la Conferencia Episcopal de Austria pidiéndole que marginara a Somos Iglesia de las instituciones católicas. Las cartas se hicieron públicas y el incidente puso en evidencia la preocupación del Vaticano ante la rápida expansión del movimiento que, con el sistema de la recogida de firmas, pretende ejercer presión ante la jerarquía para reformar la Iglesia.

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