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Reportaje:

La xenofobia, un arma electoral

"¿Que si ha sido por culpa de los moros? ¡Pues claro! Si lo sabré yo, que esta vez no le he votado". Ésta es la contundente respuesta que dio la dueña de un bar de Manlleu a la pregunta de por qué creía que Ramon Sitjà (PSC) había perdido la alcaldía. En esta ciudad de Osona pocos dudan en atribuir buena parte de la derrota de los socialistas a la política de ayuda a los inmigrantes que han llevado a cabo. Los rumores han hecho el resto. Estas voces aseguran que en Manlleu, con una población de 17.000 habitantes, de los que un millar son magrebíes, éstos tienen la vida más que solucionada gracias a las ayudas que les da el Ayuntamiento. Unas ayudas que, según estos rumores, consisten en pagarles piso, alimentación, ropa y colegio para los niños. De nada han servido los continuos mentís del equipo de gobierno socialista durante el último mandato y las afirmaciones de que la población magrebí no recibe ninguna ayuda extra que no reciban otros grupos necesitados. El miércoles, un portavoz del colectivo árabe-catalán Jameiat Essalam, que tiene la potenciación de la interculturalidad entre sus objetivos, negó una vez más que los rumores sean ciertos: "Es falso que los inmigrantes de Manlleu tengan privilegio alguno sobre las otras comunidades necesitadas, y lo más grave es que acusar de esto a un ayuntamiento puede poner en peligro las políticas sociales de otras poblaciones". Pero lo cierto es que los rumores se han extendido y han calado como nunca entre la población. No hay manlleuense que en los últimos meses no haya oído la historia de una supuesta mujer magrebí que llena hasta los topes el carro de la compra en el supermercado. A la hora de pagar, saca un vale con el sello del Ayuntamiento y se va sin soltar una peseta. Las diferentes versiones de esta leyenda urbana difieren en algunos puntos. Mientras que unos aseguran que la mujer iba cargada con botellas de alcohol y caprichos de todo tipo, otros llegan a afirmar que la compradora revende a otras familias la mercancía que le ha pagado el Ayuntamiento. Como la mayor parte de estas historias, la trama se desmonta cuando se pregunta al narrador si fue testimonio de tal situación: "No, pero me lo ha contado alguien que lo vio y que nunca me engañaría", suele responder el interpelado. En una visita al supermercado donde las habladurías sitúan la acción, nadie sabe responder si aquella historia ocurrió allí realmente. "Aquí no lo creo, pero me han dicho que pasa a menudo en la tienda de enfrente", se escuda una empleada. La del supermercado es sólo una de las historias que en Manlleu corren de boca en boca siempre con algún inmigrante como protagonista. Otras atribuyen directamente al alcalde el hecho de que vivan en la población más de un millar de magrebíes. Según una de estas historias, que corrió el año pasado, el mismo Ramon Sitjà había ordenado llevar a Manlleu un par de autobuses cargados con ciudadanos marroquíes. La finalidad de tal operación no fue otra, según el rumor, que acelerar el crecimiento de Manlleu para lograr que la población alcance los 20.000 habitantes y así beneficiarse del trato fiscal que tienen las ciudades con este volumen de población. Sitjà tuvo que desmentir este rumor y amenazó con llevar ante los tribunales a quien difundiera este tipo de infundios. Lo que no ha sido un rumor ni mucho menos una leyenda, son los resultados de las elecciones del pasado domingo en Manlleu. El PSC ha perdido casi la mitad de los votos en los barrios con más inmigración respecto a los comicios de 1995. En el conjunto de la población, los socialistas han obtenido una cuarta parte menos de los votos logrados hace cuatro años. En los barrios humildes es fácil oír quejas sobre presuntas discriminaciones: "A ellos se les da todo, pero ¿quién nos ayuda a nosotros?", se pregunta la dueña del bar. Con los resultados del domingo, el PSC pierde un concejal y ya no puede repetir el pacto con IC-V y ERC que le ha permitido gobernar en los últimos cuatro años. El gran beneficiado del fiasco socialista ha sido Convergència i Unió, que ha disparado su porcentaje de votantes hasta el 47%, 18 puntos más que en 1995, lo que le ha dado la mayoría absoluta. A CiU nadie le puede echar en cara que haya utilizado el problema de la inmigración durante la campaña electoral, pero sí que supo moverse con soltura durante la precampaña. Hace unos meses, el candidato de CiU, Joaquim Vivas, prometió en una comparecencia pública que su política de ayuda a los inmigrantes sería más transparente y que controlaría mejor los fondos destinados a esta finalidad. Este mensaje, lanzado sólo en una ocasión y desmentido casi inmediatamente después por el candidato, bastó para que calara en determinados sectores. La concejalía de Bienestar Social de Manlleu ha desmentido mil y una veces que los inmigrantes magrebíes reciban más ayudas que el resto de las personas necesitadas. Además, aseguran, el hecho de ser inmigrante no supone ninguna puntuación extra en el cuestionario utilizado para identificar los casos que requieren ayuda más urgente. El colectivo Jameiat Essalam se niega a pensar que la problemática de la inmigración haya sido el factor que ha fulminado al PSC manlleuense. "Muchas otras ciudades, como Mataró, Badalona, Viladecans, Manresa y Castelldefels han seguido políticas de integración similares a la de Manlleu y no ha habido ningún descalabro electoral", argumenta un portavoz del colectivo. Esta entidad también niega que la difusión de rumores haya sido orquestada por alguien en concreto: "No creemos que haya ninguna campaña organizada por nadie, pero hay que demostrar que los rumores son falsos". Jameiat Essalam hará público un comunicado en defensa de la gestión del consistorio socialista.

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