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Los presuntos asesinos de Jiménez Becerril no logran suspender su juicio

La Audiencia Nacional abortó ayer la tentativa de los tres miembros del comando Andalucía de ETA, José Luis Barrios, Mikel Azurmendi y Maite Pedrosa, de suspender el juicio contra ellos por su participación en el asesinato del teniente alcalde y portavoz en el Ayuntamiento de Sevilla, Alberto Jiménez Becerril, y su esposa, Ascensión García, ocurrido el 30 de enero de 1998. Barrios resultó elegido parlamentario foral de Navarra por Euskal Herritarrok (EH) en las elecciones del pasado domingo y, en función de ello, los terroristas pretendían la suspensión de la vista y que el caso se remitiese al Tribunal Supremo, que entienden que puede ser más favorable para ellos que la Audiencia.

Sin embargo, el tribunal, de acuerdo con el criterio del fiscal y de la Asociación de Víctimas del Terrorismo, consideró que Barrios no ha sido proclamado todavía parlamentario, sino que es simplemente un candidato electo, por lo que el juicio debe continuar.

El fiscal solicita para cada uno de los etarras penas que suman 50 años de prisión y una indemnización de 100 millones de pesetas para los herederos de las víctimas.

Los tres procesados se negaron a declarar y se pasaron toda la sesión hablando entre ellos y con un desinterés total hacia lo que ocurría en la vista. Azurmendi y Pedrosa se besaron apasionadamente al llegar a la pecera blindada de la Audiencia y durante mucho rato demostraron que su relación sentimental no se ha enfriado.

Por la espalda y en la cabeza

A la vista de la negativa de los acusados a declarar, se leyeron las declaraciones que Azurmendi y Barrios habían realizado ante el juez. El primero admitió su pertenencia a ETA desde 1990 y a la pregunta de si recibió órdenes de la dirección de la organización terrorista de matar al concejal del PP respondió: "Cumplía con mi deber". Azurmendi agregó que en Sevilla "salía a trabajar como soldado del movimiento de liberación vasco". Barrios, por su parte, declaró ante el juez que es miembro de ETA desde 1994 y que cuando vieron a Jiménez Becerril y a su mujer "decidieron darle uno [un tiro] a cada uno". Agregó que las pistolas con las que mataron a la pareja se las entregó Kantauri, el etarra José Javier Arizkuren, responsable de los comandos ilegales (con terroristas fichados) de ETA. Barrios había declarado previamente ante la Guardia Civil que él tenía que haber disparado con una pistola calibre 22, pero que, ante las dudas sobre su efectividad, decidieron usar otras pistolas Browning, de 9 milímetros. Agregó que Azurmendi disparó contra Jiménez Becerril por la espalda y a muy corta distancia y, casi de inmediato, él lo hizo sobre su esposa con el fin de asegurarse la huida. Al día siguiente del atentado lo celebraron con una comida especial y brindando con sidra.

El juicio se reanuda hoy con las pruebas periciales.

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