Cincuenta años sin recibir tantos goles
Los balones rasos, las faltas directas y los rechaces, puntos negros del Madrid
El casillero de goles en contra del Madrid crece y crece. A falta de una jornada para la conclusión del campeonato la cifra ya está en 61, la tercera más alta de toda la Primera División. Hacía casi cincuenta años que el Madrid no recibía semejante saco de goles, desde la campaña 1950-51. Entonces encajó 71, pero eran otros tiempos, cuando un equipo -el Lleida, todavía Lérida- era capaz de acabar una Liga con 134 tantos en el fondo de su portería, cuando los partidos podían concluir con tanteos así de escandalosos: Español, 7; Madrid, 1. Real Sociedad, 6; Madrid, 2. Barça, 7; Madrid, 2. Madrid, 3; Atlético, 6. Pero desde que el fútbol se vistió de modernidad y aceptó no sólo como posibles sino como frecuentes los 0-0, el conjunto blanco ni se había acercado a su guarismo actual: los 51 goles en contra del curso 1995-96, con cuatro partidos más, ya sonaron a barbaridad. El sábado, el Atlético volvió a hurgar en la herida blanca. Los de Antic ya venían sudando para conseguir hacer dos tantos y no le habían marcado tres a nadie en toda la segunda vuelta, pero al Madrid sí. Dos de los anotados, el primero, de José Mari, y el último, de Juninho, entraron en la portería rasos y por una esquina, precisamente la zona por donde más está sufriendo Illgner: por ahí ha recibido 38 goles (el 63% de todos los encajados). Por alto, el 25%; por bajo, el 75%.
En el repaso a los goles recibidos, se observa que el Madrid no sólo sufre en función de la altura por la que le llegue la pelota. Por ejemplo, ha recibido diez goles a balón parado, seis de ellos de falta directa (ningún conjunto de Primera ha flojeado tanto en este apartado), y nueve tras algún rechace o rebote (después del Salamanca, el que más), lo que deja en mal lugar la atención del equipo para seguir las jugadas hasta el final, sus reflejos. Diez tantos los ha sufrido desde el área pequeña, 38 desde el área grande y 13 desde fuera del área -el tercer equipo que más ha recibido desde esa parte del campo-.
A Guss Hiddink le alejó del equipo su nula habilidad para manejar el vestuario, para domarlo. Pero ya entonces su talón de aquiles deportivo era la abultada cifra de goles en contra. John Toshack le sucedió con la concreta instrucción de poner firmes a los jugadores y también de trabajar defensivamente el equipo, de poner freno con algún montaje táctico al aluvión de balones en la red. Pero lejos de lograrlo, empeoró el problema: con el entrenador holandés al Madrid le marcaban 1,5 goles por encuentro; con el galés, el promedio ha subido hasta 1,78.
En aquel curso 1950-51 antes reseñado al Madrid le marcaron 2,36 tantos por partido. Pero entonces, el conjunto blanco acabó noveno. Sí parece más extraño que con 61 goles en contra -80 si añadimos Liga de Campeones (11 en ocho partidos) y Copa del Rey (ocho en seis)- el Madrid ocupe ahora la tercera plaza.
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