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FERIA DE SAN ISIDRO

La comisión consultiva estudia un "chip antiafeitado"

, Hasta la fecha, la única manera de controlar si han sido o no manipuladas las astas de un toro pasa por el reconocimientos post mortem. La comisión consultiva nacional de Asuntos Taurinos estudia un nuevo sistema basado en la implantación de microchips en las astas del animal, un método inocuo que evitaría el siempre proceloso camino desde el desolladero de las plazas hasta el laboratorio. El sistema, propuesto e ideado por el veterinario Ramón Barga, es similar al que desde hace años se aplica para identificar a los animales domésticos. El que durante más de 25 años fuera facultativo de la plaza de Las Ventas y representante del Ministerio del Interior en el estudio de las defensas de los toros propone la incrustación de un minúsculo dispositivo en los cuernos cuando el animal apenas ha cumplido nueve meses. "El crecimiento experimentado por el cuerno a los nueve meses", se lee en el informe, "le dota de una fijeza y consistencia que le permitiría albergar en su seno un microchip electrónico...". El chip se implantaría a tres o cuatro centímetros de la punta del asta. Así las cosas, para determinar si hay o no afeitado bastaría con verificar, mediante un lector adecuado, la existencia o no del microchip en el momento de la corrida. La distancia del microprocesador hasta el final del cuerno se mantiene inalterable a lo largo de toda la vida del animal, ya que las defensas crecen por la base y cualquier intento de recortarlas conllevaría eliminar el chip incrustado. Para que el sistema sea efectivo, agrega el texto de Ramón Barga, se debe garantizar el perfecto sellado del micropocesador.

Código de barras

Si bien la detección del afeitado es el principal objetivo de esta propuesta, la implantación de diminutos circuitos integrados serviría también para la perfecta identificación de los animales. La información que el chip ofrece es un simple código de barras. Éste, unido a un banco de datos pendiente de creación, podría ser utilizado para controlar de forma fiable datos que van desde la edad exacta al completo árbol genealógico del toro. El paso sobre el pequeño procesador de un lector de uso común, sin manipulaciones traumáticas del animal, ofrecería información sobre "el número de registro de la empresa ganadera en el Ministerio del Interior, los datos codificados del padre y de la madre o los datos precisos de la ganadería en la camada que corresponda". Toda esta información redundaría también en un control preciso de la pureza genética, así como en la persecución del fraude que implica lidiar bajo un determinado hierro reses de otras divisas.

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