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Reportaje:

Él sabe dónde

Cuando llegó a La Línea de la Concepción, hace más de una semana, se corrió la voz de que estaba haciendo un casting para contratar a gente en una nueva cadena de televisión. Pero Paco Lobatón, que alcanzó la fama de mano del programa ¿Quién sabe dónde?, llegó a este municipio gaditano con un fin bien distinto: dirigir la campaña electoral de Alternativa Linense (AL), un partido político apoyado económicamente por Miguel Rodríguez, el dueño de los relojes Lotus Festina quien, por si fuera poco, además de triunfador es un buen amigo suyo. "No sabe cómo me gusta verle por La Línea, porque usted es Paco Lobatón, ¿verdad?", le inquirió una mujer. El presentador -que ha "sentido el riesgo" de un posible triunfo electoral del GIL- no desaprovecha su notoriedad y le introduce a Paco Conti que, aunque candidato por AL en este municipio de 60.000 habitantes, ostenta mucha menos popularidad. "El trabajar en la tele te otorga una cierta credibilidad y el mejor uso que se puede hacer de ella es devolverla a la sociedad", aclara. Pero Lobatón no lo está haciendo sólo por conciencia política y sin sueldo, sino por lealtad, como respuesta a la petición que Rodríguez le hizo en Semana Santa. Es la suya una amistad añeja que se remonta casi a un cuarto de siglo, cuando él no se dedicaba a buscar, ni Miguel a dar la hora. Ambos estaban en Suiza: el primero exiliado por haber participado en movimientos estudiantiles y como limpiador en una central lechera; el segundo como inmigrante y de mecánico ajustador. Ahora juntos han llevado la "lucha antifranquista" desde centroeuropa al Sur. Rodríguez, además de apoyar económica a AL, ha aceptado un mal número en la lista, el 13, por una razón bien clara. "Cuando encarcelaron a Gil vi en la tele que a las puertas de la prisión había un grupo de gente con una pancarta que decía: "La Línea está contigo" y sentí vergüenza", comenta. "Cuando vine en Semana Santa detecté que había una paralización total. Era como cuando ves llegar un tornado y ni siquiera te molestas en cerrar las ventanas". Entonces acudió a Lobatón para que hiciera llegar este mensaje al electorado. Es lo que está haciendo desde la casa color salmón que Rodríguez tiene reservada para su jubilación. Allí, sin más muebles que los improvisados, está instalado el equipo de comunicación. Lobatón, que mira la hora en un Festina metálico y ligero, se ha hecho con un equipo de 11 profesionales "incorporados a la causa pero no encorsetados". Además de haber echado una mano para la revista que se distribuye como programa, ha acudido al medio donde se siente más seguro: el audiovisual. Diariamente realiza un programa "de calidad", tipo magacine, donde los ciudadanos exponen sus deseos más íntimos con respecto a su ciudad. También ha realizado tres programas especiales de una hora con debates con las distintas fuerzas políticas y con los responsables de los municipios vecinos. "Al principio excluimos al GIL por estar fuera del arco democrático y ser una mera franquicia política". Luego rectificaron, pero el grupo declinó la invitación. Tras su experiencia "al otro lado", nadie tendrá que buscar a Lobatón. "No penséis que voy a desaparecer porque estoy conociendo una realidad que no pienso abandonar", dice el presentador. Él sabe dónde, dónde está la alternativa: "En un partido que logre detener el ascenso de un grupo tan dañino como el GIL", proclama.

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