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Ocalan pide el abandono de la lucha armada en el comienzo de su juicio

Con semblante serio y visiblemente más delgado, Abdalá Ocalan, Apo, líder de la guerrilla del Partido de los Trabajadores del Kurdistán (PKK), compareció ayer por vez primera ante el tribunal turco que le juzga por alta traición y que puede condenarle a morir en la horca. Separado por un cristal blindado de la sala de la isla-prisión de Imrali, Ocalan llamó a sus seguidores a que abandonen las armas, pero también advirtió de que su ejecución podría disparar la violencia.

"Si se me concede autorización puedo lograr que todos [los guerrilleros] bajen de las montañas dentro de tres meses", afirmó en una declaración que duró 90 minutos y que sorprendió incluso a sus abogados. "Pero si no tengo esa oportunidad, el número de muertos podría aumentar hasta 100.000 [el triple que los registrados desde 1984]. "Creo que yo no valgo ni un céntimo, pero ellos [los jefes del PKK] dicen que hay 5.000 terroristas suicidas dispuestos a matar con sus bombas por mí", advirtió. La sorpresa también llegó cuando el dirigente kurdo aseguró que "Grecia ha proporcionado apoyo financiero" a su movimiento, y que ha recibido colaboración de países como Alemania, Italia, Rusia y Siria, si bien no precisó de qué tipo fue esa ayuda.Pero todo eso pertenece al pasado para Ocalan: "Los pueblos turco y kurdo no deben enfrentarse. La unidad, sin las armas y para un país democrático, es la única salida". "Estoy dispuesto a trabajar por la paz y el Estado turco, y comparto el dolor de las familias [de las víctimas de atentados]".

Las palabras conciliadoras pronunciadas por Ocalan no modificaron, sin embargo, la postura del tribunal, que rechazó una petición de la defensa solicitando un aplazamiento. Esta medida permitiría al Parlamento aprobar el proyecto de reforma de los Tribunales de Seguridad del Estado para suprimir la presencia de jueces militares en esta jurisdicción antiterrorista.

Poco antes de las diez de la mañana (las nueve, hora peninsular española), esposado y escoltado por una decena de policías, Ocalan, de 51 años, era conducido en un furgón hasta la entrada de la sala, donde quedó aislado en un recinto de cristal blindado. Allí, con el pelo recién cortado, algunos kilos de menos y vestido con camisa azul y traje marrón, Apo habló a través de un micrófono que distorsionaba su voz.

Por razones de seguridad, el juicio se desarrollará en la isla-prisión de Imrali, situada en el mar de Mármara y a 25 kilómetros de la costa, donde el acusado ha permanecido desde su detención por las autoridades turcas, el pasado 15 de febrero, en Kenia.

En el transcurso de la vista, Ercan Kanar y Hasip Kaplan, dos de los 12 abogados que componen la defensa del procesado, anunciaron su retirada, ya que, en su opinión, la jurisdicción del caso no corresponde al Tribunal de Seguridad del Estado de Ankara, que se ha constituido en Imrali, sino al de Diyarbakir (sureste de Turquía), donde se han cometido la mayor parte de los hechos de los que se acusa a Ocalan. El tribunal de Diyarbakir condenó a muerte el pasado 21 de mayo al antiguo número dos del PKK, Semdin Sakik. La fiscalía acusa a Apo de "traición y amenaza a la integridad territorial de Turquía", delitos castigados con la pena de muerte, y le responsabiliza de todas las acciones del PKK desde que se alzó en armas, en 1984, que se han cobrado la vida de más de 30.000 personas.

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En el puerto de Mudanya, en la costa asiática del Mármara, se han concentrado unos 800 periodistas locales y extranjeros para intentar cubrir el juicio. En sus calles, tomadas por la policía, destaca el despliegue de banderas turcas y de numerosos carteles donde se lee: "Ocalan, asesino de niños".

Un grupo de abogados europeos, procedentes de Francia, Italia y España, afirmó ayer en Mudanya que el proceso de Ocalan no se está desarrollando "conforme a los procedimientos normales del derecho europeo".

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