El Celta apela al cuerpo a cuerpo
El Tenerife hizo un buen partido ante los gallegos, pero pecó de ingenuidad en el remate
Entre muchas formas de morir el Tenerife eligió la más digna. Optó por jugar al fútbol y acosar al Celta, pero en Vigo no hay quien le tosa al equipo de Víctor Fernández. La actitud del grupo de Robi le llevó al fracaso porque fue todo ingenuidad en los metros finales. Jugó el Celta con un centro del campo frágil, pero no se dejó contagiar por la falta de puntería de su rival y sumó tres puntos que le vuelven a hacer creer en la Liga de Campeones.En partidos de este tipo es preferible olvidar la tensión, y por ahí se le escapó al Tenerife el encuentro. Cierto que el Celta disparó a los palos y sobrevivió sin agobios; se tomó la cita con menos dramatismo que su rival. En el momento más oportuno puso el partido a su favor, poco antes del descanso, y le bastó un decente inicio de la segunda mitad para condenar a los isleños a depender de un milagro. Ahora el Celta vuelve a tener fe en sí mismo, pero ha constatado que sin Mazinho en el campo sólo le queda recurrir al cuerpo a cuerpo.
CELTA 2
TENERIFE 0Celta: Dutruel; Óscar Vales, Cáceres, Djorovic, Berges; Makelele, Mostovoi (Jordi, m. 62); Karpin (Josema, m. 82), Revivo (Bruno Caires, m. 75), Tomás; y Penev. Tenerife: Unzué; Dani, Ballesteros, Alexis, Bisavilbaso (Javi López, m. 45), Jokanovic, Emerson; Chano (Pinilla, m. 70), Juanele (Maakay, m. 52), Mista y Pier. Goles: 1-0. M. 45. Mostovoi abre a la izquierda y Tomás mete un centro al área pequeña que remata Revivo. 2-0. M. 65. Karpin remata un disparo flojo de Jordi. Árbitro: Losantos Omar. Mostró tarjetas amarillas a Cáceres, Jokanovic, Chano, Berges y Penev. Expulsó con roja directa a Felipe, segundo entrenador del Tenerife. Unos 22.000 aficionados en Balaídos.
Puede que el Tenerife sea un equipo de Segunda División, pero sus jugadores no. Su desesperada situación contribuyó a dramatizar un partido en el que a ninguno de los dos equipos le servía el empate, y cualquiera de ambos pudo irse al descanso con ventaja. Hasta el más deficiente de los 11 hombres de Robi que ayer pisaron Balaídos tiene un sitio en la élite, pero el enrarecido clima futbolístico de la isla parece haberles sumido en la malaventura. Con todo el plantel instalado en el campo céltico, a los de Víctor Fernández sólo se les aclaró la vista cuando el balón llegó a sus hombres más adelantados, aunque para llegar hasta allí le costase al Celta un desgaste enorme.
Si los de Vigo llegaron al descanso con ventaja fue en buena medida gracias a Cáceres, que se pasó todo el partido recogiendo los despojos de un Óscar Vales nervioso en el lateral derecho. La precisión en el corte del argentino fue proverbial y desesperó a la delantera tinerfeñista. Pero entre Cáceres y el ataque céltico se creó un espacio que dominaron Jokanovic y Emerson, muy superiores a Makelele y Mostovoi en la organización.
En una primera parte repleta de ocasiones, las más evidentes fueron para el Tenerife, pero fue Revivo el único futbolista capaz de mover la red. Ocurrió cuando se anunciaban los minutos de descuento y de una manera que no es habitual para el Celta en Balaídos: al contragolpe, lo que demuestra lo mucho que apretó el Tenerife. En cuestión de segundos, Mostovoi abrió para Tomás, que metió un balón raso en el área pequeña que remató Revivo de forma inverosímil.
Víctor Fernández intentó mejorar la transición con un cambio de posiciones que llevó a Tomás a un puesto inédito, el de medio centro, pero que devolvió a la delantera su aspecto habitual. El movimiento resultó determinante, porque fue Tomás el único hombre capaz de detener la insultante superioridad de los dos pivotes del equipo blanquiazul. A partir de ahí el partido cayó definitivamente hacia el lado del Celta.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.