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Sevilla abre sus calles y plazas a las músicas de los países del Mediterráneo

Diego A. Manrique

La segunda edición del festival Música de los Pueblos, que organiza el Ayuntamiento de Sevilla, ha sido bautizada con el nombre de Territorios de la Mediterránea. El sonido de un Mediterráneo convulso, con demasiados conflictos candentes que hacen prioritario el intercambio cultural, la búsqueda de puntos comunes, la aproximación entre Norte y Sur, entre Oriente y Occidente. De eso se habló en la mesa redonda sobre mestizaje musical que se celebró el pasado jueves, en la sala San Hermenegildo, coincidiendo con la inauguración de la prodigiosa exposición de instrumentos magrebíes procedentes de la colección del músico Eduardo Paniagua. Una mesa redonda sabrosa donde la catedrática británica Lucy Durán explicaba la razón del entendimiento artístico entre el músico malinés Toumani Diabate y los flamencos de Ketama -ella propició los discos que reflejaron sus encuentros- como una muestra de que el próspero Malí medieval dejó sus semillas en Al-Andalus. Por su parte, Luis Calvo, director del festival Pirineos Sur, puso en duda el supuesto boom y el éxito de mercado de la música de mestizaje: "Esos sonidos sólo se oyen en Radio 3, no tienen espacio en televisión, son ignorados por las grandes compañías discográficas". Sin embargo, sus creadores se presentan regularmente con éxito ante públicos curiosos y, frecuentemente, maravillados. La primera jornada de conciertos de Tierras de la Mediterranía contó con las actuaciones al aire libre del cuarteto sardo Tenores de Bitti, la vertiginosa orquesta de gitanos rumanos Fanfare Ciocarla, y el pianista lebrijano Dorantes. Propuestas femeninas El plato fuerte, en el Palacio de los Deportes, fue el concierto Voces por la paz, un encuentro de seis propuestas femeninas que apuestan de una manera decidida por la auténtica tolerancia: las argelinas Rimitti y Houria Aïchi, el coro croata Blajke, las flamencas Nadia Márquez y La Macanita, más la griega Nena Venetsanou. Todas ellas Artesanas de un sueño de convivencia intercultural que combate, David contra Goliat, la tiranía del mercado musical único.

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