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El tren del fuego

Pacto de silencio entre los hinchas de la Salernitana para ocultar las causas del incendio que causó cuatro muertos

La ciudad de Salerno despidió ayer conmocionada y con una jornada de luto a los cuatro hinchas de entre 15 y 23 años fallecidos en el incendio que devastó en la madrugada del lunes un vagón del tren repleto de seguidores que regresaban desde Piacenza (en el Norte de Italia) tras presenciar el partido que devolvió a su equipo de fútbol, la Salernitana, a Segunda División (1-1). Autoridades, familiares y vecinos llenaron el Duomo de la ciudad, donde a las cinco de la tarde se celebró el funeral por las cuatro víctimas del suceso, dos de las cuales tenían tan sólo 15 años. La policía proseguía, entretanto, la investigación sobre el siniestro, que fue causado, al parecer, por diez ultras de la propia Salernitana, que prendieron fuego a rollos de papel higiénico y toallas de papel de los servicios de uno de los vagones, cuando el tren entraba en un largo túnel entre las estaciones de Nocera Inferior y Salerno. Pero los fiscales encargados de caso denunciaron ayer el clima de omertá (pacto de silencio) que impide avanzar la investigación.El relato hecho a los medios de comunicación por algunos de los ocupantes del tren, amparados en el anonimato, sobre las múltiples incidencias del largo trayecto del convoy (que comenzó la tarde del domingo en Piacenza y finalizó en la estación de Salerno a las 8.25 horas de la mañana del lunes) permite comprender que el tren fue tomado por una turba de tifosi con litros de cerveza en el estómago, decididos a destrozarlo todo durante el trayecto.

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El Gobierno italiano, presionado por las dimensiones del drama, anunció ayer que tomará medidas especiales para frenar la escalada de violencia de los hinchas de fútbol. Hay quien ha solicitado que se impida a los ultras acudir a los estadios, pero las medidas están aún en estudio. Para mañana está previsto que se celebre una reunión de los responsables de Cultura y Deportes y los de Interior y Justicia, para decidir una estrategia de choque capaz de hacer frente a la escalada de la violencia en el fútbol que en toda Europa presenta características comunes.

Las primeras investigaciones a cargo del fiscal Gelsomino Cornetta, jefe de la Fiscalía de Salerno, se han enfrentado a una barrera de omertá que ha impedido a los responsables judiciales avanzar ni siquiera un palmo en la reconstrucción de los hechos. "No hemos identificado a ningún presunto culpable. Desgraciadamente, las investigaciones son difíciles porque no hemos encontrado la menor colaboración. Ninguno de los que viajaban en el tren dice haber visto nada, y es imposible que ante cuatro muertos sean capaces de callar", declaró ayer decepcionado Cornetta. Hasta el momento han sido interrogados los tifosi de la Salernitana, que han coincidido todos en carecer de datos sobre lo ocurrido en la noche del domingo y la madrugada del lunes. "Necesitamos que alguien nos ayude", dijo ayer el fiscal, "o hablando o a través de alguna oferta de colaboración que nos permita avanzar en la investigación". Cornetta hizo un llamamiento desesperado a cualquiera "que tenga un elemento válido que aportar, una fotografía, un vídeo grabado, que nos lo entregue. A los padres de estos chavales, por favor, que intervengan para hacer hablar a sus hijos, contribuyendo así a romper este clima de omertá".

A estas alturas de la investigación no parece claro ni siquiera el número de hinchas que viajaban en el tren, que, en principio, se suponía ocupado por un centenar de jóvenes por vagón (es decir, un total de 1.600 personas), pero al ser un tren gratuito la falta de billetes hace difícil la confirmación de la cifra.

Lo que parece fuera de dudas es que a bordo del tren especial viajaban sólo 12 policías para mantener el orden entre la multitud de hinchas de la Salernitana, particularmente enfurecidos porque en Piacenza su equipo acababa de ganarse el descenso a Segunda división.

Apenas arrancó el tren se produjeron los primeros incidentes. "Los hinchas lanzaban piedras a los demás trenes y a los pasajeros que esperaban en todas las estaciones, en Bolonia, en Prato, en Florencia", ha declarado una de las cuatro policías que integraban la dotación del tren especial en el que viajaban los hinchas.

A juzgar por el testimonio de algunos de los heridos leves, a lo largo de las doce horas de trayecto el tren sufrió numerosos ataques de vandalismo. "Cuando llegamos a Florencia ya no quedaban ventanillas con cristales, algunos chavales habían bebido muchísmo, habían fumado cantidad de porros, y la emprendieron con los extintores de los pasillos, los asientos, los ceniceros, todo era materia arrojadiza contra la gente que esperaba en las estaciones y contra los pendolinos (un modelo de tren italiano) que nos cruzábamos", relataba un joven llamado Antonio que salvó la vida al arrojarse por la ventanilla cuando estallaron las llamas.

Según otros testimonios, los ultras, conscientes de que la policía de Salerno les detendría apenas llegara el tren a la estación de fin de trayecto, decidieron que lo mejor era que el convoy entrara envuelto en llamas para despistar cualquier posible investigación.

Lo que no calcularon es que las llamas -alimentadas por la fuerte corriente de aire provocada por otro tren que se cruzó con el siniestrado en el túnel de Nocera Inferior- alcanzarían proporciones gigantescas y provocarían la muerte de cuatro jóvenes y heridas a otros nueve ocupantes del fatídico tren.

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