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El PRD intenta unir a la oposición mexicana para derrotar al PRI

Juan Jesús Aznárez

El Partido de la Revolución Democrática (PRD) ha logrado un acuerdo con el Partido del Trabajo y Convergencia Democrática para elaborar un plan de gobierno, una plataforma electoral, y los estatutos de una posible coalición cuyo objetivo es derrotar al oficial Partido Revolucionario Institucional (PRI) en las elecciones presidenciales mexicanas del año 2000. El plan del PRD tiene un fallo: todavía no cuenta con el apoyo del segundo partido de oposición del país.

Probablemente la coalición en ciernes no tendrá carácter determinante si no participa en ella el Partido de Acción Nacional (PAN), actualmente fuera de esos acuerdos de principio por discrepancias de criterio y de programa, aunque los contactos continúan. De no lograrse la convergencia política entre el PRD y el PAN, y una candidatura presidencial única, los sondeos señalan que el PRI repite mandato en las presidenciales del 2000.Las ambiciones de los dos principales líderes de la oposición, Cuauhtémoc Cárdenas, del PRD, y Vicente Fox, del PAN, constituyen uno de los principales obstáculos para unir las fuerzas y acabar con 70 años de poder priísta. "¡Ni madres! [de ninguna manera]", respondió Fox al preguntarle si estaría dispuesto a renunciar en favor de Cárdenas. No sorprende el rechazo del temperamental gobernador de Guanajuato, porque sus exabruptos políticos son premiados en las encuestas. Tampoco Cárdenas parece dispuesto a abdicar a favor de Fox y, por tanto, el proceso hacia la convergencia se adivina de resultado incierto. "Acataré lo que decidan los votos", dijo el alcalde de Ciudad de México. Nadie amenaza la candidatura de Fox, pero Cárdenas sufre el acoso de su compañero de filas Porfirio Muñoz Ledo, que lo ha sido casi todo en la política mexicana. Ahora quiere ser presidente. Sus posibilidades son pocas.

Vigor oficialista

El partido oficial, mientras tanto, mantiene el vigor pese a sus muchos años. El último sondeo, publicado en el diario Reforma, confirma que el PRI batiría con holgura a todos sus contrincantes, por separado, de convocarse ahora elecciones. El partido oficial, 70 años en el poder, obtendría el 44% de los votos, seguido por el PAN, con el 29%, el PRD, 19%, y el resto de los partidos, 8%. Únicamente uniendo fuerzas la oposición desbancaría de la presidencia de la República al partido-régimen fundado por Plutarco Elías en 1929.

La apuesta es complicada. El PRD, el Partido del Trabajo y Convergencia Democrática acordaron que una comisión de vigilancia establezca las reglas de la hipotética coalición. Hasta ahora son sólo propósitos insuficientes, pues el PAN aceptaría una alianza poselectoral en el Congreso, controlado ahora por la oposición, pero la candidatura presidencial única es asunto más peliagudo. "Es espinoso y complicado", reconoció Felipe Mena, presidente del PAN.

Visto que los personalismos frenan la construcción del andamiaje de la coalición, sus promotores pretenden dejar ese obstáculo para el final y centrarse en el diseño de la unidad política, insistiendo en las coincidencias, no en las diferencias.

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Y en tanto Cárdenas insta a sentar las bases de una gran alianza con elecciones primarias a candidato presidencial, portavoces del PAN subrayan que los avances deben cuajarse primero entre partidos y entre programas. El caso es que ni en el PRD ni en el PAN las posiciones de partida parecen claras y lo que destacan son las diferencias. El proceso no ha hecho sino empezar y nadie ha dicho que no a la alianza contra el PRI.

Los pequeños presionan insistentemente por la coalición como única manera de acceder al poder, pero en las filas del PRD y el PAN no faltan dirigentes convencidos, contra viento, marea y encuestas, de que Cárdenas o Fox, por separado, pueden ganar al político citado por todos como el aspirante a batir, el ex ministro del Interior del Gobierno de Ernesto Zedillo, Francisco Labastida, precandidato del PRI a la nominación presidencial.

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