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Tribuna
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Ojalá, usted

Juan Cruz

Cuando los tinerfeños quieren que pase algo imposible, dicen socarronamente: "Ojalá, usted". Fue lo que dijo antes del partido el doctor Toledo, un aficionado como miles de tinerfeños de la diáspora que en Madrid esperábamos ayer que se produjera el milagro de ver que aquel verdugo del equipo blanco volviera por sus fueros, esta vez para salvarse de la situación de descenso automático en que se encuentra. "Ojalá, usted". El deseo del ilustre médico tinerfeño chocó contra una realidad que ya se parece a la despedida del Tenerife de la esperanza que ha dejado paso al Tenerife de la derrota. Aquel equipo que queda en la memoria se asemeja a un Tenerife virtual, una invención de Valdano que ha ido naufragando poco a poco: las cámaras de Canal + enfocaron alguna vez la grada anoche y allí se vieron, desencantados y ausentes, los rostros de dos aficionados ilustres, el alcalde de la ciudad de Santa Cruz, Miguel Zerolo, y el presidente del Tenerife, Javier Pérez; los dos tienen mucho que ver con la medicina, como el doctor Toledo, y parecían decir en aquella distancia aislada del palco lo mismo que el aficionado de la diáspora: "Ojalá, usted". Pero se les veía tan propicios a la decepción que sus mismos rostros presagiaban el desastre. Sobre el campo, el sol de Santa Cruz ya se echaba como la sombra de un ciprés, e incluso eso era un presagio, y aunque en las botas de Pier Luigi Cherubino, la consecuencia animada del pasado cosmopolita de Tenerife, se advertía la posibilidad del milagro, era obvio que el Real Madrid estaba pertrechado para perpetrar el desastre. Es evidente que el equipo blanco es un conjunto de colegiales que se lleva mal, pero en el que juegan Morientes y Raúl, que como son los amigos de todo el mundo chutan confiados, rematan y a veces ganan; con esa baza y algunas nostalgias, como la de la buena disposición de ánimo del malcriado Seedorf, el equipo de Fernando Redondo -¿qué pasará por la mente de los antiguos tinerfeñistas cuando hunden en la tabla a sus antiguos compañeros de vestuario?- se dispuso a matar y a rematar. Los optimistas que vieron en el 0-2 de hogaño el presagio del 3-2 con el que el Tenerife remontó antaño una victoria provisional del Real Madrid se quedaron con las ganas, y todos los que en la diáspora vimos anoche descender las ilusiones de permanecer en Primera tuvimos en los labios, congelada, esa hermosa, vieja expresión isleña: "Ojalá, usted". El milagro Pier puso la miel en los labios, pero no quitó la melancolía de los rostros.

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