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Playa y devoción

Los almonteños tienen carácter. Una personalidad propia, un orgullo profundo de ser de Almonte. Los jóvenes del pueblo, el lunes de Pentecostés, se abrazan emocionados, agotados, cuando acaban de llevar sobre sus hombros a la Virgen de El Rocío en la tradicional procesión por la aldea. Un rito que se repite cada año. Que se transmite de generación en generación. Porque los almonteños tienen a su Virgen -con la romería más importante del mundo-, la playa de Matalascañas -la más internacional de Huelva- y viven en el municipio que más término municipal aporta al Parque Nacional de Doñana, la joya verde de Europa, con 55.000 hectáreas, lo que supone el 60% del total del territorio de la reserva natural. Almonte pertenece a la provincia de Huelva pero está muy cerca de Sevilla. Y sus habitantes no se sienten ni onubenses ni sevillanos, sólo almonteños. Cuando el alcalde, Francisco Bella (PSOE), ha de ir a Huelva para asistir a algún acto, hay quien le dice en el pueblo: "Pero Paco, ¿para qué vas tú allí? Que vengan ellos". EL ex secretario provincial del PSOE de Huelva Carlos Navarrete definió en cierta ocasión a Almonte como una república independiente. Francisco Bella, que también es senador socialista, no está de acuerdo con ese concepto: "Almonte tiene una idiosincrasia especial y aporta varias singularidades a Huelva, como Doñana, El Rocío o Matalascañas. Eso puede hacer pensar a alguien que somos especiales. Pero no es cierto. Nosotros pertenecemos a un tipo de gente hospitalaria, agradecida y solidaria. Estamos integrados en nuestra provincia, Huelva, y en Andalucía, nuestra región, aunque nuestro comportamiento a veces retorna a una cultura ancestral, que la mantenemos pese al paso del tiempo". Almonte, pues, tiene sol, mar, agricultura y turismo. El paro en la localidad ha llevado una línea descendente: en 1989 había 1.900 desempleados y ahora poco más de 500. Las principales fuentes de riqueza son el turismo y la agricultura. Aquí se cultiva la fresa, y también hay aceite, cítricos y espárragos. Pero el turísmo también está en alza. Primero fue la oferta de sol y playa de Matalascañas, donde en julio y en agosto habitan 30.000 personas, que en días puntuales alcanzan las 50.000. Ahora florece el turismo de naturaleza, por la cercanía del Parque, y el religioso, en la aldea de El Rocío. El director del Patronato Provincial de Turismo de Huelva, Manuel Iglesias, considera a Almonte una localidad con numerosos atractivos turísticos: "Es un municipio lleno de reclamos para los visitantes. Está dentro de la comarca de Doñana y cuenta con 40 kilómetros de playa, 35 de ellos en zona virgen. Además, está el turismo del caballo en El Rocío". A Almonte han llegado también importantes inversiones procedentes del denominado Programa Operativo de Doñana, la mayoría de fondos europeos. Este plan ha supuesto una inversión de 63.000 millones de pesetas. Y 1.500 millones, de un programa denominado Mayo a Mayo, se han empleado en los últimos meses en embellecer la localidad, según Bella. El portavoz municipal de IU, Fernando Bejarano, tiene una opinión distinta: "El alcalde no ha sabido cómo utilizar ese dinero. Ha levantado 43 monumentos, ha llenado las calles de estatuas sin ton ni son, algunas de ellas dedicadas a personajes que no dicen nada en la historia de Almonte". En estos días, un millón de personas acuden a la romería de El Rocío. Una explosión de color, de magia, de devoción. Todo transcurre con la serenidad de Doñana y de las marismas como fondo. Y algo más abajo la playa de Matalascañas, con sus bañistas ajenos a todo.

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