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ELECCIONES 13-J Municipales

Jornaleros de la utopía

Marinaleda, el feudo de Juan Manuel Sánchez Gordillo (IU), es un islote 'rojo' entre latifundios aristocráticos.

Tereixa Constenla

,Un lugar donde no se ha puesto una multa desde hace 20 años está condenado a la diferencia. El único policía municipal que patrulla por las callejuelas de Marinaleda (Sevilla, 2.617 habitantes) dedica sus esfuerzos a perseguir cartas. En el 79 le quitaron la pistola y le dijeron "tú, a hacer mandaos". La desmilitarización llegó después al callejero: de un plumazo se liquidaron los Queipo de Llano, General Mola y demás. A la avenida dedicada al Generalísimo de todas las tropas la rebautizaron como de la Libertad. En plena metamorfosis febril, nacieron los domingos rojos: jornadas de trabajo colectivo en beneficio de la comunidad. La utopía en estado puro.Marinaleda era entonces un pueblo de jornaleros castigados por la emigración y el paro. Una anécdota urbana, atenazada entre latifundios de la nobleza. Ni siquiera en extensión territorial (2.300 hectáreas) se aproxima a los dominios colindantes, como el de la duquesa de Alba.

Cuando desembarcó en la alcaldía, Juan Manuel Sánchez Gordillo, entonces un maestro de 25 años, ya había alentado el nacimiento del Sindicato de Obreros del Campo (SOC) y antes, en la clandestinidad, las Comisiones Campesinas. La revolución, tal como la concebían aquellos sindicalistas de poso maoísta, debía arrancar en el campo. Sin hacer la revolución, en 20 años, han creado nuevas reglas y, desde luego, un pueblo diferente, que ha edificado a golpe de solidaridad dominical sus espacios verdes y edificios colectivos y que promueve viviendas de autoconstrucción con tantas facilidades que se exige un mínimo de dos años de empadronamiento para frenar el acceso incontrolado de vecinos de pueblos limítrofes.

Marinaleda saltó a la fama en los 80, cuando sus vecinos simultaneaban la autoconstrucción urbana con la ocupación de fincas. Sus movilizaciones fructificaron con la expropiación de 1.200 hectáreas del latifundio del duque del Infantado. "Este cortijo es para los jornaleros de Marinaleda en paro". La proclama, legado de aquellas protestas, luce hoy como una clarividente profecía sobre el muro del caserío de El Humoso, desde el que ocho cooperativas organizan labores agrícolas. Se cultivan girasoles, olivos, pimientos y habas y se pastorean rebaños de ovejas. El líder del Colectivo de Unidad de los Trabajadores (CUT), integrado en Izquierda Unida, Sánchez Gordillo, certifica con orgullo: "Es la primera vez en la historia de Andalucía que se ha conseguido tierra mediante la lucha".

La tierra es el talismán. Para braceros que siempre han cultivado fanegas de otros, el único posible. El empleo, en un pueblo donde el 85% de sus habitantes trabaja a jornal, constituye la primera necesidad. Las esperanzas colectivas están depositadas en El Humoso como eje de la creación de puestos laborales.

Sánchez Gordillo, una especie de Mesías rojo que sigue concitando el fervor popular -en las urnas obtiene alrededor del 80% de los votos-, ha cumplido 20 años en el cargo. Y se diría que aspira a mantenerse unos cuantos más. "En un mundo como éste no puedes ser neutral. No sé lo que haré dentro de dos o cuatro años, pero intentaré estar donde creo que soy más útil", confiesa en su despacho, escoltado por un retrato de Che Guevara y una foto descolorida de Marinaleda.

La oposición a la gestión de IU, con nueve ediles, es residual: dos socialistas. Antonio Caballero Robles, de 59 años, que repite como cartel electoral, cree que Sánchez Gordillo está suavizando su tono radical: "Antes repartía el PER como dueño y señor y ahora lo hace el Ayuntamiento". Considera difícil ganarle, pero no imposible: "El poder siempre desgasta". El PP lo tiene más complicado. Sin representantes municipales, ha confeccionado una candidatura -a excepción de los primeros puestos- con militantes de otros pueblos.

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Sobre la firma

Tereixa Constenla
Corresponsal de EL PAÍS en Portugal desde julio de 2021. En los últimos años ha sido jefa de sección en Cultura, redactora en Babelia y reportera de temas sociales en Andalucía en EL PAÍS y en el diario IDEAL. Es autora de 'Cuaderno de urgencias', un libro de amor y duelo, y 'Abril es un país', sobre la Revolución de los Claveles.

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