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"La violencia contra las mujeres es una herencia de la ley", dice Eva Cantarella

La regulación permisiva de la muerte de las mujeres a manos de sus maridos o padres desde el Derecho romano hasta bien entrado el siglo XX explica la alta estadística de violencia doméstica. Esta es la tesis de la catedrática italiana de Derecho romano Eva Cantarella (Roma, 1936), que ha dado varias conferencias en el País Vasco invitada por la UPV. Para corregir esta realidad confía más en un cambio cultural que en el endurecimiento de las penas.

"Durante muchos siglos la violencia doméstica no ha sido considerada delito, sino un derecho del padre y el marido sobre la mujer, que llegaban al asesinaato en caso de adulterio. Este derecho ha estado en vigor hasta muy recientemente. Era el asesinato por causa de honor, por el que el padre o marido que asesinaba a su mujer recibía menores penas que el resto de los homicidios", explica Cantarella. En Italia no se abolió esta legislación hasta 1981, mientras en España se hizo en 1963. En opinión de la catedrática italiana, esta mentalidad ha permanecido en las leyes y explica que todavía sea difícil conseguir condenas en caso de violencia sexual. Como ejemplo, Cantarella cita la reciente y polémica sentencia de la Corte Suprema italiana que absolvió a un acusado de violación al considerar los jueces que fue imposible consumar la violación porque la víctima llevaba pantalones vaqueros. "Esto da idea de la impunidad que persiste cuando se trata de juzgar delitos contra las mujeres", señala. Sin embargo, la especilista italiana se muestra contraria a una propuesta de las organizaciones de mujeres de su país que han pedido que los delitos de violencia doméstica y sexual sean juzgados por juezas. Rechaza también que aumentar las penas sea una solución para atajar estos delitos. "Es una solución inútil que no resuelve nada. Lo que hay que hacer es cambiar la mentalidad y costumbres sociales y apoyar a las mujeres desde el momento en que denuncian una agresión, y no esperar a que el marido o compañero consume el asesinato", defiende Cantarella. La jurista, que ha publicado numerosos libros sobre el mundo clásico desde la perspectiva de la mujer, considera que un requisito para resolver un problema socialmente arraigado es "conocer sus raíces históricas". Recuerda en este sentido que la Lex Julia, promulgada por Augusto en el siglo I, pasó a considerar el adulterio de las mujeres como un delito público. "Hasta entonces, el adulterio se consideraba un delito privado, y el marido tenía derecho a matar a la esposa adúltera y el padre a sus hijas, fueran solteras o casadas", explica. Paradójicamente, las leyes posteriores, durante la Edad Media y posteriormente, con el rígido Calvino, por ejemplo, dicen inspirarse en el Derecho romano, pero amplían la permisividad en este tipo de delitos, en perjuicio de las mujer. "La interpretación de las normas romanas que hace Calvino es muy amplia y considera, por ejemplo, que los besos son prueba irrefutable de adulterio". Pero es que además, en el siglo XVII e incluso posteriormente, a pesar de las leyes, "los magistrados se reían de los maridos que acusaban a su mujer de adulterio. Así que el marido prudente tenía dos vías: acudir a los jueces y llevar los cuernos o tomarse la justicia por su mano", dice Cantarella. A lo largo de los siglos se ha mantenido la idea de que "el honor familiar estaba ligado a la moral sexual femenina y el honor era una cuestión social". Con todos estos datos, la jurista italiana concluye que las leyes han dejado "una herencia de hace 2.150 años muy difícil de cancelar y que persiste hoy día". El año pasado murieron en España 96 mujeres a manos de sus compañeros pero, en su opinión, no es que haya más violencia doméstica actualmente, sino que han aumentado las denuncias. No obstante, Cantarella ve un factor que puede contribuir hoy a estas agresiones. La progresiva igualdad entre sexos ha dejado "fuera de juego" a algunos hombres, que "han entrado en crisis y necesitan demostrar que son hombres atentando contra sus compañeras".

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