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Peaje

Caldera no se entera. Jesús Caldera es el portavoz de infraestructuras del grupo socialista en el Congreso de los Diputados y el lunes pasado dijo a los periodistas que se oponía rotundamente a las autopistas radiales de peaje. Según explicó, era una "injusticia social" incorporar sólo el sistema de pago en las vías paralelas a las carreteras de Barcelona, Valencia, Andalucía y Extremadura, vías que comunican la capital con las zonas donde viven los ciudadanos con menor poder adquisitivo, mientras que en las zonas más ricas, en torno a las carreteras de Burgos y A Coruña, no se prevén autopistas de peaje.Al margen de que no todo el norte es orégano, la suya es una descomunal chorrada porque el disponer de una vía de pago alternativa no obliga a sus potenciales usuarios a utilizarla. Es simplemente una posibilidad que, en el peor de los casos, permitirá a quienes no quieran pagar disfrutar de la holgura que dejarán en los actuales accesos los que opten por las radiales de peaje. Además, el auténtico motivo por el que no proyectan autopistas paralelas a la nacionales I y IV es que no hay espacio por donde meterlas sin crear problemas medioambientales, lo que, por cierto, deja pendiente de aprobar dos asignaturas complicadas, ya que ambas carreteras llevan camino de saturarse.

Habría resultado más razonable y, sobre todo, convincente de haber exigido el señor Caldera que fuera el Ministerio de Fomento el que financiara los nuevos accesos y no nos condenara a los madrileños a sufragar la descongestión del tráfico. Es una inversión de 280.000 millones perfectamente asumible por las arcas del Estado y más si se hubiera establecido un sistema como en el llamado plan Felipe de financiación compartida con las administraciones local y regional. Cuentan que el Ayuntamiento de la capital ha pedido al ministro Arias-Salgado un plan Aznar para dotar a Madrid de infraestructuras viarias antes de que sobrevenga el previsible colapso circulatorio. Motivos hay para temer que eso ocurra.

Actualmente entran en la capital casi 440.000 vehículos diarios por término medio, un 15% más de los que entraban hace tan sólo tres años. Los expertos calculan que en el 2006 la población de la corona metropolitana habrá crecido en casi medio millón de personas, que habrá 550.000 vehículos más y que los viajes en automóvil aumentarán cerca de un 40%. Dice el tango que 20 años no es nada, y 7 aún lo son menos cuando se habla de construir infraestructuras capaces de afrontar los gigantescos problemas de movilidad que se nos avecinan. El más inmediato será la M-40, el único anillo completo que circunda Madrid sin semáforos, que en su momento fue capaz de revolucionar el tráfico en todo el área metropolitana y que ahora se encuentra al borde de su capacidad. Es el cinturón del que partirán las nuevas radiales y el que tendrá que soportar los movimientos añadidos que esas infraestructuras generen. Para evitar su progresivo bloqueo urge desarrollar la extensión del metro y los trenes de cercanías hasta sus límites y construir aparcamientos disuasorios cómodos y baratos que propicien el dejar los coches fuera de la capital. Otra iniciativa que aliviará esa autopista orbital es la construcción de la M-50, cuya ejecución está ligada a las radiales de peaje. Esa vía absorberá los tráficos de larga distancia segregándolos de los denominados tráficos metropolitanos de agitación. La medida, sin embargo, no resultará del todo eficaz mientras no se logre el cierre completo del anillo condicionado al norte por el Monte de El Pardo.

Un ecosistema necesariamente intocable bajo el que se plantea la posibilidad de horadar un túnel por el que cerrar ese nuevo e indispensable cinturón. Sería un subterráneo de unos 15 kilómetros de largo con alguna salida factible en trinchera y un coste aproximado de 60.000 millones de pesetas. La movilidad es uno de los grandes retos que se le plantea a nuestra región en los albores del tercer milenio.

Un desafío que requiere mejor coordinación entre las administraciones para optimizar los recursos, combinar racionalmente los distintos modos de transportes y planificar con tiempo. Previsión para que no nos pille en tierra el toro que en Barajas nos pilló en el aire.

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