Lledó y Azúa "interpretan" la música desde la palabra
Dos movimientos de la Sonata opus 110 de Beethoven sirvieron ayer de coartada al filósofo Emilio Lledó y al director de orquesta Pedro Alcalde para hablar sobre los conceptos de belleza, armonía, creación y conocimiento del mundo a través de la contemplación. El encuentro, que se produjo en el teatro Central de Sevilla dentro del ciclo Diálogos desde la música que organiza la Consejería de Cultura, se convirtió en una clase interdisciplinar en la que ambos analizaron la obra de Beethoven como si estuvieran ante un tratado de filosofía. El sevillano Emilio Lledó expuso, en una de las escasas ocasiones que participa en un acto en su ciudad, la importancia de la enseñanza de las humanidades. "Hay que defender las humanidades, que hoy están en crisis en los planes de estudios de robóticos pedagogos, de esos que enseñan sólo cosas útiles que aniquilan el espíritu de creación", aseguró el autor de La memoria y el logos. Según Alcalde, también filósofo y ex alumno de Lledó, las composiciones de Beethoven se basan en procedimientos paralelos a los que utilizó Hegel en La fenomenología del espíritu."En ambos, que nacieron el mismo año, en 1770, hay una relación dialéctica entre la parte y el todo. El mismo Beethoven decía que su obra tendría que escucharse como se ve un cuadro: toda de una vez", comentó Alcalde, que ha sido asistente de Claudio Abbado en la Filarmónica de Berlín. Los diálogos, coordinados por Juan Ángel Vela del Campo, crítico de música de EL PAÍS, continuaron ayer con la intervención del escritor Félix de Azúa y el director de los Festivales de Salzburgo, Gerard Mortier. La responsabilidad social del programador musical centró el último diálogo del ciclo. "Es extrañísimo que el público no quiera oír la música de su tiempo. El 90% de lo que se programa es del XVIII o XIX, es como si la gente sólo leyera a Molière o a Cervantes. Es algo que no ocurre en otras artes", comentó Azúa. Para Mortier, la música contemporánea vive en un gueto. "Los programadores continúan con la política del siglo pasado. En cada concierto debería ser obligatorio incluir una obra del siglo XX, porque si continuamos así, la música va a desaparecer", afirmó.
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