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Entrevista:

ANA BOFILL URBANISTA Y ARQUITECTA "Algunos arquitectos se olvidan de la gente y sólo piensan en lucirse"

Maribel Marín Yarza

La arquitecta Ana Bofill (Barcelona, 1944) se resiste a aceptar la actual organización de las ciudades, en las que el tráfico se ha adueñado de las calles. Esta urbanista, hermana del también arquitecto Ricardo Bofill, encamina sus investigaciones a la configuración de nuevos espacios urbanos. Reivindica una arquitectura anónima útil para el ciudadano. Y critica la tendencia de muchos profesionales a "pensar exclusivamente en su lucimiento personal". Bofill, quien participó el martes en la Semana de las Mujeres organizada por la Casa de Cultura de Okendo, de San Sebastián, cree que se está primando en exceso la arquitectura de autor, la que se convierte en escultura. "Y algunos se olvidan", precisa, "de que tiene que ser útil para la gente". La arquitecto busca desde hace tiempo estrategias para lograr que las ciudades sean más habitables. No desprecia la belleza de los edificios o espacios, pero se muestra convencida de que deben concebirse en armonía con el sentido práctico del que se les quiere dotar. "La estética es una parte importante de la funcionalidad, porque si las ciudades se olvidan de ese aspecto se impone su mal uso, el vandalismo, la agresión a los espacios y las personas", afirma. Bofill coordina desde 1996 junto a Isabel Segura Las mujeres y la ciudad, un proyecto europeo que reflexiona precisamente sobre el diseño de las ciudades del futuro desde una perspectiva femenina. "Lo que significa", aclara la urbanista, "desde la organización de la vida cotidiana". Las conclusiones se extrapolan a toda la población. Ni las viviendas, ni los espacios públicos, ni el tráfico se han adaptado a los tiempos. El equipo que dirige propone, entre otras cuestiones, recuperar el espacio central para los peatones, y reconsiderar la movilidad en el corazón urbano. "Sólo un 30 % de las personas tiene coche. El resto va a pie o en transporte público y, sin embargo, los automóviles ocupan el 60 % del espacio público". Bofill aboga por impedir que el coche entre en el centro neurálgico de las urbes con fórmulas como aparcamientos disuasorios. En todo caso, su concepción urbanística pasa también por adaptar las viviendas a la realidad actual, a la movilidad de sus miembros y la diversidad en su composición, una vez superado el núcleo familiar tradicional. La arquitecta, que diseñó el edificio de viviendas sociales Walden 7 de Barcelona, alaba la calidad de vida de capitales como Vitoria, Pamplona o San Sebastián. A su juicio, el modelo más cercano al ideal es el que planteó en su momento Idelfonso Cerdá: "Calles para el tráfico rodado de dimensión asequibles y espacios interiores entre los edificios para la comunidad". El problema radica en que "de nada sirve planificar ante la especulación que ha destrozado las ciudades desde los años sesenta".

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