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Yeltsin pretende responder al juicio político de la Duma con la destitución de Primakov

Enfermo y todo, Borís Yeltsin tiene a Rusia, una vez más, pendiente de su caprichosa voluntad. El presidente lleva días lanzando señales de que su respuesta al impeachment (juicio político por cinco supuestos delitos), que mañana comenzará a debatirse en la Duma (Parlamento), puede ser destituir a su primer ministro, Yevgueni Primakov. La emisora Eco de Moscú, controlada por el magnate Vladímir Gusinski y con buenos contactos en el Kremlin, aseguró ayer que la decisión ya está tomada y que el relevo será el casi desconocido ministro de Ferrocarriles, Nikolái Axiónenko.

En cuestión de semanas, y coincidiendo con una inoportuna lesión de espalda, Primakov ha pasado de hombre fuerte que se proyectaba hacia la presidencia a candidato a ser el tercer jefe de Gobierno que Yeltsin elimina en 14 meses, tras Víktor Chernomirdin y Serguéi Kiriyenko. Sus pecados: hacer sombra al zar Borís, capitalizar la estabilidad política de los últimos ocho meses y tener unas relaciones normales con un Parlamento dominado por los comunistas y sus aliados, enemigos irreconciliables de Yeltsin.Puede que, como comentó ayer un portavoz gubernamental, la noticia sobre el nombramiento de Axiónenko sea sólo un globo sonda de los muchos que, en forma de presuntos candidatos, orbitan ya sobre Moscú: desde dos ex (Chernomirdin y Kiriyenko) hasta el liberal Grigori Yavlinski o -la hipótesis más preocupante- Serguéi Stepashin, titular de Interior y promovido recientemente a primer viceprimer ministro.

Elecciones anticipadas

Las posibilidades de que la Duma acepte el cese de Primakov y a cualquier relevo que se le presente son casi nulas. Yeltsin lo sabe, por lo que es previsible que, si decide dar ese peligroso salto adelante, se encuentre con los tres rechazos consecutivos que darían paso a la disolución de la Cámara y la convocatoria de elecciones anticipadas. Esa posibilidad no espanta a los comunistas, ya que los comicios debían celebrarse de todas formas el próximo diciembre y, tal como van las cosas, la perspectiva sería la de convertir el descontento popular con la gestión del presidente en más votos para la oposición.Lo que complica aún más el panorama es que, si la Duma vota en favor del impeachment, la Constitución la blindará, impidiendo su disolución, al menos mientras dure el proceso, que debería concluir en el Consejo de la Federación (Cámara alta) tras el pronunciamiento de los tribunales Supremo y Constitucional. Un camino, en todo caso, demasiado largo y con pocas posibilidades de hacer posible la destitución de Yeltsin, sobre todo porque el Tribunal Constitucional ya dictaminó en su día que los decretos presidenciales para lanzar la guerra de Chechenia fueron legales.

De las cinco acusaciones contra el líder del Kremlin es precisamente la relativa a este conflicto bélico, una herida todavía sin cerrar, la que más posibilidades tiene de prosperar. Stepashin, un fiel de Yeltsin, era por entonces jefe del Servicio Federal de Seguridad y se ganó una merecida fama de halcón, y uno de los cerebros de la desastrosa guerra.

Podría darse el caso de que entrasen en conflicto en los próximos días dos estipulaciones de la ley fundamental: la que obliga a disolver la Duma si ésta rechaza por tres veces a un candidato a jefe de Gobierno y la que impide su disolución durante el impeachment.

Los portavoces de Yeltsin (al que algunas encuestas dan tan sólo un 2% de apoyo popular) manifestaron ayer que el presidente no quiere que se posponga el juicio en la Duma, sino que siga adelante o que se suspenda de una vez para siempre. Esto último fue lo que Primakov pidió ayer a los líderes de los grupos parlamentarios, que escucharon su argumento de que el impeachment sólo puede traer inestabilidad a Rusia, pero que no alteraron la decisión del Consejo de la Cámara, que había decidido horas antes ir adelante con el proceso.

Las otras acusaciones

El juicio contra Yeltsin se abrirá mañana y concluirá el sábado, día en que se votarán las acusaciones, una por una. Las cuentas de políticos y analistas apuntan a que tiene posibilidades de prosperar la relativa a Chechenia. Las otras cuatro se centran en el bombardeo del Parlamento en octubre de 1993, la disolución de la Unión Soviética en diciembre de 1991, el debilitamiento de las Fuerzas Armadas y el supuesto genocidio por el empobrecimiento del país.De aquí al sábado habrá que estar con un ojo en la Duma y otro en el Kremlin. La desconcertante personalidad de Yeltsin, que se crece en las situaciones de peligro, hace verosímil, más allá de rumores y especulaciones, que esté afilando ya la guillotina para ejecutar a Primakov.

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