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Chinos, suecos y franceses en El Campillo

Es un viernes de finales de abril y por los 1.600 metros cuadrados de talleres de Ingeniería y Construcción de Matrices (ICM) pasean varios grupos de chinos, suecos y franceses. Han venido hasta el polígono El Campillo para comprobar la marcha de los troqueles que han encargado a la firma vizcaína y mientras los revisan, unos camioneros esperan a cargar un pedido con destino a la República Checa. La concentración de extranjeros en ICM habla por sí sola de la proyección de esta empresa, que empezó tímidamente ofertando proyectos desde un pequeño taller con seis operarios y que seis años después exporta el 70% de su producción a Europa, México y Canadá. Para el año próximo, la previsión es aumentar hasta el 80% las ventas en los mercados exteriores y dejar el 20% restante para el mercado interior. A cumplir este objetivo contribuirá la puesta en marcha desde enero de la empresa Ingeniería y Construcción de Troqueles (ICT), que cuenta con 2.500 metros cuadrados de talleres y 800 metros cuadrados de oficinas en la nueva industrialdea de Abanto y Zierbana. Las dos plantas suman una capacidad productiva de 260.000 horas anuales. La calidad es la principal premisa de estas dos empresas, una condición imprescindible en un negocio en el que el trabajo del taller tiene una especial relevancia. La producción de troqueles se hace bajo pedido y especificidades del cliente y un error en el taller incide de forma importante en la cuenta de resultados, destaca José Luis López Gil, gerente y dueño de ICM e ICT. Proyecto de Mercedes Las empresas vascas de estampación esperan la adjudicación de un proyecto multimillonario que a su vez subcontratarán a las troquelerías. Mercedes-Benz va a fabricar una nueva furgoneta, la sustituta del modelo Vito, en su planta de Vitoria, lo que supondrá en troqueles varios miles de millones. Y las dos fábricas vizcaínas confían en tener su parte. "Nuestro objetivo es consolidar la nueva empresa este año o el próximo. El siguiente paso será diversificarnos y abrir un negocio relacionado con la troquelería en Europa. Esto se nos va a quedar pequeño en unos años", anuncia López Gil, quien no se aventura a poner una fecha al proyecto de internacionalización. La crisis industrial y la carestía del suelo han convertido a la Margen Izquierda del Nervión, donde se asientan las dos compañías de López Gil, casi en un desierto empresarial. Pero aquél define las inversiones en esta comarca como "altamente recomendables". "Yo animo a los empresarios a venir a la Margen Izquierda. Hay buena gente y los jóvenes salen muy bien preparados de las escuelas de FP", defiende López Gil, quien cuenta con una plantilla entre las dos fábricas de 86 trabajadores.

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