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Sólo nos queda Albright

Madeleine Albright pertenece al cinismo ético de la Norteamérica imperialista a su pesar, que ha abandonado la propaganda idílica de la Norteamérica salvadora y materna de la última guerra mundial. (. ., ) La Norteamérica actual no tiene guerras de religión que resolver, sino pequeñas y sucias guerras periféricas de un mundo desordenado. (. . .) Las limpiezas étnicas son siempre inaceptables para los países demócratas, la defensa de los derechos humanos es siempre uno de sus principales valores, pero hay más cosas, y es sobre estas cosas sobre las que habla y escribe Madeleine Albright. (...) Es decir, la guerra de Kosovo es ética sólo en parte; la intervención es necesaria para estabilizar una zona caliente del mundo (. . .) y proteger la seguridad de algunos países aliados como Grecia, Hungría o Turquía. (...) Además, las protestas éticas son sinceras pero intermitentes: funcionan en Kosovo, no en el Kurdistán turco, y mucho menos en el Afganistán de los talibán. Es conveniente que también nosotros nos adaptemos al cinismo o realismo ético de Albright. (...) El regreso planetario a guerras tribales y a integrismos feroces ha enturbiado el resultado de las independencias poscoloniales. (. . .) Se puede decir que, mientras existió, funcionaba mejor el gobierno consular entre Estados Unidos y la Unión Soviética. (...) Incluso hoy has esperanzas de paz residen más en el entendimiento entre las dos potencias militares que en la fantasmagórica ONU. (...) Son las trivialidades de la historia, quizás perversas pero sin alternativas.

8 de mayo

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