Esas pequeñas-grandes cosas
Es domingo por la tarde. Mientras leo el periódico, mis hijos juguetean felices a mi alrededor bajo un bonito sol primaveral. Posteriormente caminamos por el campo disfrutando de la calma y la tranquilidad de una luminosa tarde soleada. Al atardecer volvemos y me siento feliz cocinando unas patatas fritas con ensalada para comer en el jardín. Los vecinos pasean plácidamente a lo largo de la calle, incluso recibo a alguno con algún problema a resolver. Posteriormente, con el más pequeño, comenzamos a leer su cartilla escolar. A las 20.30 sintonizamos el informativo y el horror de la guerra irrumpe violentamente en mi mente, rompiendo mi anterior paz y tranquilidad.Me pregunto: ¿acaso estos señores (pues no hay mujeres dirigiendo esta guerra, desafortunadamente) no tienen familia? ¿No podrían disfrutar un poco más de esas pequeñas-grandes cosas de la vida y dejar que los demás hagan lo mismo? Igual serían un poco más felices y, por supuesto, nos harían un poco menos infelices a los demás.- . .
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