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Juan Cruz: "La fama debería medirse por la calidad de la obra"

De los pros y los contras de ser famoso trata El peso de la fama (El País-Aguilar), el último libro del escritor y periodista Juan Cruz (Puerto de la Cruz, Tenerife, 1948). De eso y de la responsablidad que tienen los medios de comunicación en la forma como alguien se asoma a la notoriedad, diluyendo las fronteras entre aquel que es popular y el que es famoso, dos conceptos bien distintos. "La fama se debería medir por la calidad de la obra, de cualquier género, que haga la persona notoria", afirmó ayer Cruz en un encuentro con periodistas en Barcelona. Algo que hoy en día se da poco: "Los medios de comunicación", continuó, "perjudican el trabajo digno que se supone que tiene que llevar a la fama cuando subrayan sólo las apariencias". Así, elevan a personas anodinas a una popularidad sin fundamento y hablan más de los personajes que de sus obras. Por las 410 páginas del libro circulan hasta 20 personajes que tienen relaciones distintas con la fama. El objetivo: retratar el concepto en todas sus vertientes y preguntar cuáles son los riesgos de ser famoso. De cada uno de ellos, Juan Cruz ha sacado algo. Una definición y un repaso histórico del concepto de la voz del filósofo Emilio Lledó. Una lección de respeto de una charla con Isabel Preysler, una famosa "porque sí" que lamenta los prejuicios que existen sobre su persona, tanto entre los que leen (o miran) las revistas en donde sale como entre los periodistas considerados serios. La experiencia de dos escritores, Antonio Muñoz Molina y Mario Vargas Llosa, que conocieron la fama muy pronto, corriendo el riesgo de "envanecerse".Y la visión de un guionista de cine, Rafael Azcona, considerado "huraño" por el simple hecho de que no se presta al juego del famoseo. Vanidades La conclusión a la que ha llegado Cruz es que "a nadie le amarga un dulce. Incluso Juan Carlos Onetti, recluido en su cama, mirando un trozo de pared, conservaba la vanidad suficiente como para ponerse delante de la máquina de escribir". Y es que acceder a la fama o a la popularidad tiene que ver tanto con el miedo a la soledad y a la desaparición del nombre propio después de la muerte, como con la vanidad: "¡Qué vanidad más grande que creer que algo que has escrito interese a alguien!", exclamó. Algo de eso debe de haber en Juan Cruz, aunque él dice que no es famoso: "Yo sólo soy conocido en el ámbito literario y cultural. No puedo vivir de mi fama. Soy un currante". Un currante que estuvo en el equipo que fundó EL PAÍS y que empezó a pensar en este libro a raíz de la muerte de Diana de Gales en un accidente de tráfico durante una persecución con periodistas gráficos. El peso de la fama tiene algo, pues, de autocrítica. Una reflexión que le llevó a hacer un ejercicio de modestia: "Los periodistas somos muy engreídos. Nos creemos que las preguntas que hacemos son mucho más interesantes que las respuestas que nos dan".

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