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Imaginaria

Hacer un buen programa cultural de televisión resulta una tarea difícil. Las pantallas nos tienen acostumbrados a un vértigo insustancial de imágenes graciosas o populistas, a un aluvión de chistes, músicas histéricas, efectos especiales, presentadores dicharacheros, reclamos aldeanos e invitados capaces de desnudar con voz de fiesta los cadáveres de sus fantasmas menos presentables. Francisco Ayala, con su sinceridad de abuelo inteligente y de amable cascarrabias granadino, confiesa haberse aficionado a ver cómo la ciudadanía hace el ridículo en la televisión. Del exaltado orgullo de las aldeas hasta la consagración de la edad del pavo como ley de vida, la ciudadanía pasa por la televisión y alaba la música incomparable de las bandurrias de su pueblo o produce miles de chistes por minuto, mientras los tambores de la orquesta se cuelan en las conversaciones hasta llenar el horror al vacío intelectual de su público. Hay presentadores que sólo se entrevistan a ellos mismos, envueltos por la diversión de sus bromas y de sus trucos de circo. Establecida así la norma, acostumbrada la audiencia a la velocidad de lo inexistente, hacer un programa cultural en la televisión resulta difícil. Por imprudencia o por orgullo estético, se corre el peligro de buscar el extremo contrario, forzando una solemnidad inaguantable, sesiones de cursilería, imágenes muertas. En la creación, en cualquier tipo de creación, los peligros nunca vienen solos. Para salvar las tentaciones mercantilistas que rebajan la calidad de los productos de manera vergonzosa, el arte llega a caer en la atmósfera irrespirable de su propia espesura, desconectándose de la vida y aceptando la falta de diálogo con la realidad como el camino natural de la creación. Canal Sur 2 ha puesto en marcha un buen programa cultural. Imaginaria llega todas las noches a la hora de la cena con la voluntad de sostener la altura ética y estética de sus propuestas, pero sin caer en el aburrimiento. Se agradece, sobre todo, el respeto por la cultura y la curiosidad vital por las nuevas formas de creación. Los invitados hablan, cuentan las razones de su trabajo, explican los motivos de su dedicación, sin soportar la pedantería o los recursos del entretenimiento barato, la gracia perpetua del chiste adolescente. Pintores, poetas, novelistas, músicos, directores de cine, periodistas, videocreadores, coreógrafos pasan tranquilamente por una pantalla interdisciplinar, que no necesita dar lecciones para educar. Imaginaria enseña a escuchar y mirar a la gente sin convertirla en espectáculo y a respetar aquello que se desconoce. El programa, además, se hace en Granada, por lo que Canal Sur Televisión cumple con las posibilidades de su descentralización. Acostumbrada a la quietud, al retraso económico, a la falta de iniciativas, la ciudad agradece unos estudios de televisión que le ayudan a sentirse viva, más allá de la queja o la apatía. Desconozco los índices de audiencia del programa, aunque supongo que no serán muy altos, porque las costumbres televisivas no dan para más. En cualquier caso, Canal Sur 2 está cumpliendo dignamente su papel de televisión pública.

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